24 diciembre 2014

El Mensajero / The Go-Between, de Joseph Losey

Francisco Peña.

"The past is a foreign country: they do things differently there".

"Tell him there's no spell or curse except an unloving heart".

The Go Between - L. P. Hartley.

Para Angélica Ponce, que un día en Cineteca Nacional me acompañó en un viaje al pasado cinéfilo de los 70, donde también hacían las cosas de manera diferente. ¡Gracias!



Una de las películas inglesas más clásicas, con una acertada relación de respeto y creatividad con la novela homónima que le da vida, es El Mensajero / The Go Between, dirigida por Joseph Losey. Es un ejemplo extraordinario de adaptación de una novela al cine: el resultado fílmico tiene valor en sí mismo y puede equipararse a la obra literaria en cuanto a que produce un goce estético igual o mayor.





Esta producción inglesa basó su historia en una adaptación de la novela homónima de L. P. Hartley, publicada en 1953. Filmada en 1970, ganó el Gran Premio Internacional del Film del Festival de Cannes en 1971.


El trabajo de adaptación de la novela al cine recayó en el dramaturgo Harold Pinter, cuya labor en teatro y cine es reconocida mundialmente. Pinter captó con sensibilidad y oficio las principales virtudes de la novela de Hartley como el esbozo de la clasista sociedad inglesa de principios de este siglo, desde sus ritos y actitudes hasta sus obsesiones por la etiqueta y el vestido. Todos estos elementos sútiles marcaban en forma discreta la terrible diferencia de clases y la discriminación de los aristócratas hacia las clases medias.

Pinter respetó mucho del diálogo de la novela, pero compactó las escenas para aumentar el dramatismo, y escogió las mejores. Por otra parte, en el desarrollo de la trama, Pinter fragmentó el tiempo y la novela se narra en cine con base en flashbacks, con un cierre final donde se mezclan los tiempos en la memoria de los personajes. A partir del guión de Pinter, Joseph Losey dirigió una de sus mejores películas.

El film es un largo flashback. El personaje del niño - adulto, Leo Colston, recuerda un momento de su pasado que marcó su vida sentimental y lo hizo cambiar para siempre. Por eso, Leo dice: "El pasado es un país extranjero; allí hacen las cosas diferente". La cinta es un ejercicio doloroso de la memoria, un viaje extenuante al pasado.


Quienes han visto la cinta, recuerdan que la trama gira alrededor de un niño de clase media que pasa sus vacaciones en casa de un amigo de la escuela que es rico. La familia Maudsley tiene todas las características aristocráticas de la Inglaterra eduardiana. Orgullosos del Imperio, mantienen relaciones condescendientes y liberales con la gente de la región, con campesinos y clase media, pero mantienen su distancia y sus convicciones.

De esta forma, el niño Leo siente esas pequeñas discriminaciones que se reflejan en la crítica a sus maneras de comer, a su vestuario y a detalles de su comportamiento.

Su amigo se enferma y Leo se encuentra solo dentro de la gran casa Maudsley. A su rescate acude Marian, la hija de la casa, comprometida con Lord Trimingham (actuado por Edward Fox). Marian, interpretada por la hermosa Julie Christie, se encarga de Leo y le proporciona el apoyo social que necesita. A cambio de la ayuda, Leo desarrolla una actitud de enamoramiento platónico y devota gratitud.


Pero las cosas se complican cuando Marian le pide que le sirva de mensajero (go-between) para enviar recados a un granjero vecino, Ted Burgess (actuado por Alan Bates). El niño se siente útil y se presta a servir de mensajero, pero ignorando el contenido de los mensajes, que son recados y cartas de amor. Ignorante de las consecuencias del servicio, Leo inocentemente ayuda a los dos amantes a encontrarse furtivamente. Sin embargo, los encuentros casi no se ven en pantalla, pues la anécdota se narra desde el punto de vista de Leo y no de los adultos.

El amor de Marian y Ted está totalmente prohibido por las rígidas convenciones sociales inglesas de la época. Era impensable que una aristócrata se relacionara con un granjero y menos que lo amara apasionadamente. En ese sentido, Hartley, Pinter y Losey rodean está relación oculta con todos los peligros sociales posibles, y los remarcan con las simulaciones de Marian y el miedo de Ted a ser descubiertos. El retrato de las relaciones de clase inglesas es sútil pero crítico, porque muestra que en medio de la civilizada etiqueta se anida la pasión y la hipocresía.

Leo se ve envuelto en la pasión de los amantes y, sin comprender totalmente por ser un niño, siente que las cosas están cambiando y que de su discresión dependen cosas que él no entiende. En su búsqueda de la verdad, descubre tangencialmente la existencia de las relaciones sexuales al presionar a Ted Burgess a que le explique en que consisten, pero Ted no le resuelve el problema.

Además, Leo entra en un conflicto de lealtades y de convenciones sociales. Al participar en un juego de cricket en el equipo de los aristócratas, pone fuera al mejor bateador de los pobladores: Ted Burgess. Es felicitado por el mismo Lord Trimingham, a quien admira y no quiere traicionar.


Pero el enamoramiento infantil de Leo por Marian es más fuerte, y Marian lo refuerza pragmáticamente. Marian sabe que necesita a Leo y lo utiliza para sus fines, aunque quiere al niño y le tiene cariño. En un momento del film, Leo se ve obligado a cantar y encuentra la seguridad para hacerlo porque Marian lo acompaña en el piano.

El triunfo social de Leo es este momento, donde aparentemente se le acepta dentro de esa clase social cerrada. El vínculo con Marian es ya demasiado fuerte: por su pasión Marian obliga a Leo a continuar de mensajero, aunque el él se resiste porque sospecha el contenido de los recados y su posible consecuencia.


SPOILER.
El final es devastador. Leo descubre todo y quiere evitar el último encuentro cambiando la hora, para que Marian se quede, ya que los Maudsley celebran el cumpleaños de Leo. Pero Marian no llega. Las sospechas ya se han extendido al resto de la familia y la madre de Marian obliga a Leo a llevarla al lugar de los encuentros furtivos de Marian y Ted, enmedio de una lluvia pertinaz. Ambos hallan a los amantes en pleno acto sexual, los amantes son descubiertos, y Leo conoce lo que significan las relaciones sexuales en una forma culpable.

Al pasar los años, Leo resiente lo sucedido en su infancia y se convierte en un soltero frio y solitario. Pero de nuevo lo llaman para ser mensajero. Marian explica que su nieto se casará y pide a Leo que le narre la historia de su amor con Ted. Esto se debe a que Marian, aunque se casó con Trimingham, tuvo al hijo de Ted y el nieto es su viva copia.

En el momento en que Marian, Lady Trimingham para todos, le pide este favor a Leo, se da el significado de la historia:

"Tú conoces los hechos, tú sabes lo que sucedió realmente. Aparte de mí, sólo tú sabes. Tú sabes que Ted y yo eramos amantes. Pero no eramos amantes ordinarios, no amantes en el sentido vulgar, ni en la forma en que hoy la gente hace el amor. Nuestro amor era una cosa bella, ¿verdad? Lo que quiero decir es que renunciamos a todo por nosotros. ¿No te diste cuenta cuándo llevabas nuestras cartas? ¿No sentiste que todo lo demás -la casa, la gente que iba y venía- simplemente no contaba? Dile esto, Leo, que lo vea y sienta, será el mejor trabajo que puedas hacer. Recuerda como te gustaban nuestros mensajes, acercarnos y hacernos felices - bueno, esta es otra labor de amor, y la última vez que te pediré que seas nuestro cartero. Nos lo debes, Leo, nos lo debes a nosotros. Y será bueno para tí, también. Dile que no hay ningún embrujo o maldición excepto un corazón sin amor".

De esta forma, Leo recupera el verdadero sentido de sus acciones. Sus recuerdos adquieren una dimensión humana y, de alguna manera, el proceso de curación de sus sentimientos puede comenzar. Fue un participante de algo cuyo valor escapó a su conciencia infantil, pero que su mente adulta ahora puede captar y hacer suyo.

Losey lleva esta historia con mano maestra. El manejo de los espacios dentro de los encuadres es algo que llama la atención al ojo crÌtico, porque el papel de Leo -entre pequeño y central- se expresa por este medio. Los espacios grandes lo empequeñecen como un peón dentro del juego de los adultos, pero cuando se le ubica en un encuadre de espacio reducido se remarca la importancia de su papel en el encuentro de los amantes.

Es por ello que la fotografía juega un papel primordial, ya que es de una belleza llena de clasicismo. Sin brillar con alardes barrocos, recoge imágenes de la campiña inglesa como si saliera de una descripción novelística de Jane Austen o Antonia Susan Byatt.


La narración fragmentada logra que el espectador se involucre en la historia y haga un esfuerzo por comprenderla. Por esta razón, se observa que los saltos en el tiempo están dosificados, pero se incrementan al final, para remarcar el dramatismo de los diálogos ya presentados y de la última labor de amor de Leo.

Para terminar, el resultado no hubiera sido el mismo sin la presencia cinematográfica de Julie Christie. En el mismo año que filma McCabe & Mrs. Miller, de Robert Altman, Christie hace una de sus actuaciones más hermosas, contenida y apasionada al mismo tiempo ya que responde al planteamiento de su personaje. Marian cobra vida y oscila entre el decoro social, la manipulación, la pasión y el deseo.


The Go Between / El Mensajero por algo ganó el premio más codiciado del Festival de Cine de Cannes. Verla en video o DVD -únicos formatos en donde se le puede encontrar- es un hecho que el cinéfilo de corazón no puede dejar pasar, sea para verla una vez más o refrescar, simplemente, el recuerdo.