09 enero 2015

Cuento de hadas para dormir cocodrilos, de Ignacio Ortiz

Francisco Peña.

Cuento de hadas para dormir cocodrilos presenta de nuevo los males generales que parecen aquejar a parte del cine mexicano reciente.


De nuevo una idea incipiente que se plantea al inicio de la cinta y que parece buena; un desarrollo de la historia que quiere decir demasiadas cosas y termina por decir muy poco; una realización cinematográfica de buen manejo técnico, cuyas virtudes no bastan para plasmar un argumento débil.



Cuento de hadas para dormir cocodrilos, según su autor, trata el problema del mestizaje en México a lo largo de su historia, y de la falta de identidad de los mestizos.

Por desgracia, la forma argumental que escoge el realizador es una estructura de tragedia que termina desfondándose cuando se convierte en alegoría.

Se interna en la sierra de Oaxaca para contar su historia. Curiosamente, por una parte tiene rasgos de mito indígena pero también recurre a las maldiciones, al destino imparable de la tragedia griega que devora a sus personajes.

En el guión de la cinta estas dos raíces chocan, lo que provoca una incoherencia interna que destruye toda la obra. Esta incoherencia es que ni el mito ni la tragedia predominan en la forma, y las situaciones se repiten una y otra vez sin aportar novedades.

Todo se basa en pocos elementos que vuelven y vuelven a la pantalla, al grado de que no aportan nueva información. Ortiz Cruz quiere que el espectador entienda por acumulación de situaciones lo que él quiere decir. El resultado es que la metáfora repetida se convierte en alegoría vacía: un cascarón argumental que termina por no decir nada concreto del mestizaje, ni de la historia de este país ni de la falta de identidad.



Puesta en el papel, la estructura de Cuento de hadas para dormir cocodrilos muestra su desnudez, su intento fallido por plasmar un mito de eterno retorno a las mismas situaciones para marcar un tiempo estático y que nada cambia en el fondo.

1. A.- Dos hermanos hacen una apuesta por dinero. Quién vea directo los ojos del coyote gana, pero arriesga a perder el sueño para siempre (un elemento de mito indígena).

1.B.- Arcángel Juárez mira a los ojos del coyote y gana el dinero, pero tiene que pagarlo para que su otro hermano, Domingo, le cuente sus sueños. Esto ocurre durante la Intervención Francesa; el espectador se da cuenta porque aparece UN SOLO soldado francés que muere (mezcla mito y tragedia)

1.C.- Domingo inventa que en sus sueños tiene tierras, una pistola, es rico, tiene hijos y una mujer “de ojos de coyota en celo”. El sueño parece cumplirse al expropiarse tierras del clero y “repartir” riquezas de las iglesias. (mito y tragedia)

1.D.- Arcángel Juárez mata con una pistola a Domingo para quedarse con sus sueños. Domingo le confiesa que todo lo inventó porque su sueño real era que lo alcanzaba una bola de fuego (Mito y tragedia)

1.E. Arcángel Juárez encuentra a la “mujer de ojos de coyota en celo” con quien tiene dos hijos. Durante el nacimiento del segundo Arcángel entierra la pistola con la que asesinó a Domingo. En época de plaga ella muere. Los niños crecen (Tragedia).

2.B. El hermano menor encuentra a una mujer mayor en el río y la convierte en su esposa. La mujer le dice (como en Macbeth) que mate al hermano para quedarse con las tierras (Tragedia).

2.D. El hermano menor mata al mayor con la misma pistola. El padre lo maldice a él y a sus hijos. Deja de llover y toda la tierra se muere. La mujer se lleva a su único hijo. (Tragedia).

3.C. El nieto crece y regresa a matar a Arcángel Juárez, su abuelo, con la misma pistola (Tragedia).

4.A.1. Arcangel crece con su hermano y su madre mientras su padre se desaparece por cinco años. Encuentran al señor de los cuentos de sombras chinescas. Arcángel descubre en la noche a su madre haciendo el amor con el señor de los cuentos, y en ese preciso momento llega el padre ausente.

4.C.1. La madre se va con el señor de los cuentos y ninguno de sus dos hijos quiere irse con ella; se quedan con el padre.

4.D.1. Arcángel es pastor y el coyote mata dos de sus ovejas. Su hermano menor amenaza con denunciarlo al padre. Arcángel va a matar a su hermano con una piedra y el padre lo evita. Arcángel huye a la ciudad.

4.E.1. Arcángel regresa con su propio hijo a buscar a su padre. Este murió hace tiempo al igual que su hermano. Lo alcanza su mujer pero siguen separados, aunque ella espera un segundo hijo de él.

“Alguien tiene que sacrificarse para acabar con la desgracia”. “Sólo el amor podrá salvarnos, pero son pendejadas. El amor no existe”.

Arcángel se suicida con la misma pistola del inicio. La madre y el niño (5) que juega obsesivamente Game Boy entierran a Arcangel, junto con la misma pistola.

A grandes rasgos, las situaciones de las CINCO generaciones de Arcángeles (Miguel, Gabriel, Arcángel) son muy semejantes en lo que hacen y en lo que les ocurre. Solamente la generación final (4) tiene variaciones marcadas sobre el patrón establecido.



Toda esta acumulación / repetición de situaciones parecidas se plantea como un mito del eterno retorno que niega el paso del tiempo, la existencia de la historia.

Entonces, dicha acumulación se transforma en una alegoría de algo más. El problema es que el guión en ningún momento es claro al respecto. La alegoría es demasiado pobre y con pocos elementos para dar a entender al espectador cual es el “significado” de la cinta.

De allí su gran falla. De todo lo que se cuenta en la cinta, a que el espectador entienda que se habla del mestizaje, de México, de sus habitantes mestizos instalados en la inseguridad que quienes son en realidad, hay un gran abismo.

No hay enlaces narrativos que sirvan de puente entre las situaciones concretas que están en pantalla y los objetivos simbólicos que persigue el realizador. Es tan grande la brecha entre guión – película y mensaje final que se quiere comunicar el espectador no comprende la película.

¿Y todo esto para qué? Es la pregunta que resume todo el proceso de Cuento de hadas para dormir espectadores… digo, cocodrilos.

La idea de mezclar mito, tragedia, historia y situaciones familiares en el cine no es nueva. Pero muy pocos han logrado cuajar dicha mezcla en una película coherente. Un ejemplo de éxito es la magnífica El viaje de los comediantes / O Thiasos, del griego Theo Angelopoulos. No es este el caso de Ignacio Ortiz, donde la dimensión histórica es la más desdibujada.

Por otro lado, la buena realización no puede sostener todo el tiempo al guión malogrado por la distancia entre escenas e intenciones.

Sin embargo, dentro de esa realización se ven los trazos de un buen director.

El primer punto es la fotografía, que capta los escenarios oaxaqueños y se esfuerza por darles la dimensión mítica que requiere la historia. En varios momentos lo logra, a pesar de que se le montan encima los diálogos absurdos y larguísimos de los personajes.

Algunas escenas tienen el clima adecuado de tragedia (partes de la generación 1 y el inicio de la 4) gracias a su puesta en escena. El problema es que están aisladas y, como el estilo de realización tiende a repetirse al igual que la estructura narrativa, tampoco pueden sostener a toda la cinta.

El logro final es la presencia indígena en pantalla aunque aparece poco. Dan ganas de que Ignacio Ortiz hubiera dejado correr la cámara sobre estas presencias secundarias en lugar de concentrarse en sus personajes principales. Pero hubiera sido OTRA película. Aunque de rebote hace añorar las presencias, esas si nostalgicas y llenas de recuerdos, de los personajes de Del olvido al no me acuerdo, de Juan Carlos Rulfo, que si llega al plano mítico al establecer bien su marco narrativo.

En síntesis, Cuento de hadas para dormir espectadores… digo, cocodrilos, fracasa por su argumento. Su repetición de ciclos no alcanza la altura mítica requerida y se derrumba en simple anecdotario. Tras ese derrumbe de la estructura narrativa caen las buenas intenciones del director de hablar de México, de sus habitantes mestizos, de su historia. Su habilidad como realizador tendrá que esperar un guión mejor armado para mostrarse a plenitud.