08 junio 2015

Noches de Cabiria, Las / Le notte di Cabiria, de Federico Fellini

Francisco Peña.


En 1957 Fellini ya había filmado varios de sus primeros éxitos internacionales y el público y la crítica especializada esperaban el siguiente paso en su obra. La Strada había mostrado las dotes actorales de la que fue su esposa, la actriz Giulietta Masina.



En ese contexto, Fellini concentró sus habilidades en una cinta en donde su esposa sería la figura principal al encarnar a un personaje tragicómico que pasaría a la historia del cine junto con la famosa Gelsomina de La Strada: la prostituta Cabiria Ceccarelli.


Fellini juega en Las noches de Cabiria con uno de sus primeros temas favoritos, el de la gracia y la salvación frente a la dureza de la vida. Este tema no desaparecería totalmente en su obra posterior, pero el optimismo bajaría de tono.

La anécdota de la cinta, ya conocida por su transmisión en canales de televisión cultural, encarna la preocupación filosófica del director; pero el diseño del personaje de Cabiria se mueve más en la realidad que en el simbolismo, lo que le da un aire fresco que aun se mantiene con los años.

La cinta inicia con el intento fallido del asesinato de Cabiria por su amante. El tipo huye con su dinero y la abandona. A partir de esta primera escena, la vida de Cabiria presenta distintas esperanzas con finales frustrados una y otra vez. Su encuentro con un famoso actor, que la levanta de la calle luego de una pelea con su amante, termina en la ridícula situación de tener que ocultarse en el baño. Los encuentros religiosos en busca de un milagro también terminan en la paradoja humorística.


Probablemente la escena más reveladora es cuando Cabiria se somete a un acto de hipnotismo en un teatro de revista, uno de los sitios preferidos por Fellini. Allí se presta a que un mago la hipnotice y, durante el acto, Cabiria cuenta sus anhelos profundos de tener un amor verdadero, un hombre, un hogar e hijos. El acto termina como el símbolo de que la magia, la imaginación, nos permite decir nuestros anhelos, pero no puede incidir directamente en los acontecimientos reales.

El resto es conocido, Cabiria se enamora de un nuevo estafador que le quita los ahorros de su vida y nuevamente intenta asesinarla pero no puede. "Todo es cíclico", diría Antonio Zamora, uno de los cinéfilos mexicanos más conocedores de Fellini, respecto de esta cinta.


En el final Fellini hace que Cabiria se mezcle en el camino con personas que realizan un festejo. La hermosa y entrañable música de Nino Rota hace que Cabiria se les une en el canto, en el baile y la alegría. De nueva cuenta, de forma inesperada, Cabiria reencuentra el gusto por vivir. Su amor por la vida es más fuerte que cualquier desgracia. Cabiria - Masina tiene la gracia y puede salvarse ante la crueldad de la vida.

Cabiria encarna el optimismo filosófico del director italiano; la vitalidad e inocencia que Masina imprime en la actuación hace que su personaje sea, si no verosímil, si adorable.


Es en este punto donde los años no han pasado en balde. La magia de Fellini funciona perfectamente, y su obra aun es capaz de presentar ante el público su magia cinematográfica. La inocencia de Cabiria es disfrutable, pero hay 42 años de distancia entre la época de su estreno y nuestro tiempo.

Mientras la cinta y los ojos de los espectadores están entrelazados funciona el juego de la imaginación. El mago Fellini nos hipnotiza de nuevo y nos hace creer en su personaje, en su optimismo innato. Pero el mismo Fellini fue desprendiéndose de esa visión y, aunque nunca abandonó su magia, ésta se volvió más sombría (Casanova, E la nave va).


Ante una re-visión de Las noches de Cabiria, el espectador que conoce otras cintas de Fellini descubre ahora los hilos detrás de las marionetas: ya no se puede tener la misma aceptación de su optimismo.

Sin embargo, como el mismo Antonio Zamora señalaría, es perfectamente válido ejercer frente a Las noches de Cabiria "el dulce ejercicio de la nostalgia y de la memoria".

Así pues, ante este clásico cinematográfico, lo mejor es ser un espectador voluntario que se ofrece ante el mago para participar en su acto de magia. La mejor actitud es dejar que la imaginación fellinesca nos lleve a ese universo creativo que él filmó. De esa forma, se puede compartir de nuevo ese optimismo aunque sea una ilusión, y también bailar al ritmo de la música de Nino Rota.

La magia aún vive en el cine y Fellini es uno de sus mejores exponentes.

LAS NOCHES DE CABIRIA / LE NOTTE DI CABIRIA. Producción: Dino de Laurentis Cinematografica, Les Films Marceau. Dirección: Federico Fellini. Guión: Tullio Pinelli, Ennio Flaiano, Brunello Rondi y Federico Felini. Año: 1957. Fotografía en blanco y negro: Aldo Tonti y Otello Martelli (sin crédito). Música: Nino Rota. Edición: Leo Catozzo. Restauración: Brigitte Dutray. Intérpretes: Giulietta Masina (Cabiria), Francois Périer (Oscar D’Onofrio), Franca Marzi (Wanda), Aldo ilvani (hipnotista), Amedeo Nazzari (Alberto Lazzari), Ennio Girolami (Amleto). Duración: 117 minutos. Distribución: Cineteca Nacional.