28 febrero 2015

Jardín de Luisa, El / Ogród Luizy, de Maciej Wojtyszko

Francisco Peña.

El mañana no es nuestro… nuestro encuentro es una flor. Luisa.

Allá no curan. Sólo te aíslan. Luisa.

Dentro del Ciclo de Cine Polaco Contemporáneo proyectado por la Cineteca Nacional (del 1 al 18 de julio 2010) tocó el turno a esta película que mezcla algunos géneros cinematográficos alrededor de la figura actualizada del mafioso de buen corazón.



Wojtyszko presenta dos personajes principales: un sicario mafioso y una joven con discapacidad mental ligera. A partir del enamoramiento de esta “pareja imposible”, la cinta se abre hacia una crítica mordaz de la corrupción en Polonia –como lo hacen varias de la películas del ciclo, en distintos grados de profundidad y enfoque sobre clases sociales: El recaudador / Komornik y La Boda / Wesele.


El jardín de Luisa lanza una mirada análitica al ambiente de los hospitales psiquiátricos y a la corrupción del poder político y legal/judicial. Lo logra porque los personajes centrales deambulan en ambos mundos y a a través de ellos se tocan. Una conclusión inmediata es que la corrupción, la violencia y el vodka permean ambos mundos.

El eje es Luisa (Patrycja Soliman), una joven muchacha, sensible, con dotes artísticas, recluida porque adquirió una enfermedad mental. El problema es que es hija de un político aspirante a la alcaldía de la ciudad, que teme que la información sobre el estado mental de su hija sea usada en su contra en las elecciones. A partir de este punto se observa que Luisa no le importa a nadie –con excepción de dos personajes- y si es un estorbo para su ambicioso y débil padre. Por órdenes del padre, Luisa es internada en un hospital psiquiátrico.


En ese primer micromundo social aparece la corrupción en distintos estratos. El más evidente es el de los cuidadores de los enfermos. De inmediato, el enfermero Marianek tortura sádicamente a Luisa para imponer su prepotencia, su poder. Aquí la cinta presenta matices del género de hospitales, de donde han salido cintas prestigiosas como Nido de víboras o Atrapado sin salida / Uno voló sobre el nido del cucú, ambas norteamericanas.

Pero lo que podría ser la narración de la tragedia de Luisa en un manicomio se modifica con la presencia de Fabio (Marcin Dorocinski), el sicario mafioso de buen corazón. De una forma titubeante, incluso tímida, el desalmado se enamora de Luisa la inocente (“libre de culpa”, “que desconoce una cosa”). Así, en un equilibrio inestable que sólo apuntala el amor de dos solitarios, uno y otra tienen lo que le falta a la pareja. Fabio aporta fuerza –incluso violencia-, defensa, inteligencia y protección a Luisa; ella lo humaniza con intuición, cariño, y un desconocimiento del mundo que le permite aportar soluciones sencillas a problemas graves.


A esta trama central la acompañan dos secundarias, una para cada personaje. Por una parte, el “trabajo” de Fabio para un reconocido abogado que es el capo mafioso; por la otra, el padre de Luisa, sus ambiciones políticas, su carácter débil. A su debido tiempo en la película, los mafiosos contactan al padre político avergonzado: el resultado es un chantaje para generar un negociazo inmobiliario.

Otro hilo narrativo se desarrolla con la presencia de Anna Swiatek (Kinga Preis), la psicóloga de Luisa. Anna sirve como contrapunto en la situación romántica: preocupada por Luisa, adopta la posición institucional, lo que “normalmente” se debe hacer con una persona con este tipo de discapacidad, pero que reconoce su sensibilidad artística; por lo mismo, se opone frontalmente a las soluciones improvisadas, mafiosas y violentas –como el rescate de Luisa del hospital- por parte de Fabio. Curiosamente, son las soluciones “alternativas” de Fabio y no las de Anna las que van incorporando a Luisa al medio social, con el que establece una relación más fluida y menos angustiante.


Todo el conjunto aporta matices interesantes al espectador. Por ejemplo, la autoridad oficial, institucional casi no tiene presencia: no hay doctores, directores o altos oficiales que tomen decisiones. En cambio, la mafia tiene una estructura jerárquica definida que actúa “correctamente” de acuerdo a sus fines; lo que le impide triunfar frente al Estado -que parece casi ausente- es su pugna interna por el poder. A este respecto es interesante el apunte que muestra El jardín de Luisa: el gran capo-abogado es capaz de ganar juicios a favor de Luisa por petición de Fabio, lo que implica que puede “doblar” la ley y el poder judicial a su favor sin amenazas o violencia, con elegancia. Le basta su propia inteligencia. Pero otros capos menores que buscan el poder pierden la elegancia y no son inteligentes. Esos serán los contrincantes del inspector de policía que es decente, leal y no corrupto y, por ende, tiene ventaja sobre los capos menores.


Todo el párrafo anterior implica que El jardín de Luisa toma características del género italiano conocido como GIALLO (un ejemplo: El comisario Montalbano, novelas del escritor Andrea Camilleri y serie televisiva de la RAI). No es el género “detectivesco” (Inspector Maigret, del francés Georges Simenon) sino el que se enfoca a policías, mafiosos y que, en su mejor vertiente fílmica contiene una fuerte dosis de crítica social hacia instituciones que no funcionan y que busca hacerse justicia por propia mano.

Por todo lo anterior, vemos como El jardín de Luisa es un buen producto comercial del cine polaco: impecable en su factura, con buenos momentos fílmicos.

En ese sentido, El jardín de Luisa es una muestra de que la industria del cine en Polonia ya genera películas de corte y estilo europeos; es decir, que pueden proyectarse en cualquier pantalla de la Unión Europea y ser competitivas frente a cines más conocidos como el francés, italiano, inglés o español. Por cuestiones económicas de presupuesto ninguna de estas cinematografías produce cintas con el grado de “acción” de la estadounidense (ediciones aceleradas, choques, estallidos y balaceras) que finalmente es superficial. Compensan este hecho con una mayor profundidad en los personajes, mayor presencia del diálogo, un ritmo más pausado y una visión más crítica de la sociedad. El jardín de Luisa no es la excepción y pertenece en buena lid a este enfoque del cine comercial europeo.


Claro, Wojtyszko es un director polaco y su cinta refleja rasgos de su sociedad. Por ejemplo, al igual que otras cintas polacas del ciclo, muestra una presencia constante del vodka, que está allí en casi cualquier situación social. Esta presencia también implica un cierto grado de preocupación por el alcoholismo (que películas polacas como Todo estará bien hacen más patente). También, como se ha visto, existe la preocupación por la corrupción, incluso la que viene directo de Rusia (la prostituta Tatiana, también enamorada de Fabio). O bien, la del padre de Luisa que comienza, precisamente, con el desprecio y discriminación que siente en el fondo por su hija con discapacidad.

Finalmente, en contraste contra la corrupción y la violencia está la inocencia misma de Luisa. Es el único personaje que reza (y cree), que tiene dones artísticos, que se preocupa por los animales (su gato (a) El Tigre). Es la única capaz de humanizar a Fabio (que conserva respeto por su “profesión” y una ética personal que no traiciona). En síntesis, los valores que ella representa son considerados como “locura” por una sociedad muy enferma, pero que quizás tenga una posibilidad de renacer. Precisamente esa es la metáfora que esconde el jardín físico que Luisa atiende. De un jardín seco, casi desahuciado, Luisa logra reverdecerlo, que vuelva a vivir. Lograrlo no es una locura, es sólo la forma más sensible y directa de reverdecerlo.


El jardín de Luisa / Ogród Luizy. Dirección: Maciej Wojtyszko. País: Polonia, 2007. Guión: Witold Horwath. Fotografía en Color: Grzegorz Kedzierski. Música: Jerzy Satanowski. Edición: Ewa Smal. Con: Patrycja Soliman (Luisa), Marcin Dorocinski (Fabio), Kinga Preis (Anna Swiatek), Wladyslaw Kowalski (abogado Frankowski Kaleka). Producción: Studio Filmowe Oko, Studio Filmowe Perspektywa, Studio Filmowe Zebra, Wytwórnia Filmów Dokumentalnych i Fabularnych, Zespol Filmowy Tor, Zespól Filmowy Kadr, Wlodzimierz Niderhaus. Duración: 105 mins.