13 marzo 2015

Mujer que vino del mar, La / Ondine, de Neil Jordan

Francisco Peña.

A Angélica Ponce, con el deseo de que viaje y conozca los paisajes y ciudades de Irlanda y Polonia que hemos disfrutado en cine.


Al final del texto se presentan tres videos de las canciones que aparecen en el film: Braille (Lisa Hannigan), Lille (Lisa Hannigan) y All Alright (Sigur Rós), o bien, puede verlos directamente en esta liga.

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NOTA ACLARATORIA PARA LAS LECTORAS Y LECTORES ANTES DE COMENZAR.

La mujer que vino del mar / Ondine (Irlanda, 2009, de Neil Jordan, con el irlandés Colin Farrell y Alicja Bachleda-Curus, actriz de Polonia nacida en Tampico, Tamaulipas, México) en su sencillez es, estética y cinematográficamente un film de primera con las mejores características que distinguen al cine europeo en general y al de Irlanda en particular. Es una película que l@s cinéfil@s de verdad, que conocen y aman al cine, no pueden perderse.

La recomendación general es que vean la cinta ANTES de leer este artículo, ya que es un comentario de todo el film y, por lo tanto, está lleno de spoilers donde se describe y comenta la historia. Se aconseja entonces leer este artículo DESPUÉS de disfrutar de la película para entablar el diálogo entre usted estimad@ cinéfil@ y este texto.

Francisco Peña.

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Ella me trae suerte y no sé por qué… Temo, Padre, porque comienzo a tener esperanzas. Syracuse.

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La desdicha es fácil de conseguir, Syracuse. La felicidad la debes trabajar. Sacerdote.



1. Introducción: vida, mito, realidad y verdad
Los seres humanos se relacionan con su entorno de múltiples maneras, muchas de ellas contradictorias, y que coexisten al mismo tiempo. Por su parte, la vida (el entorno de la naturaleza y los otros seres humanos alrededor de una persona) también ofrece muchas facetas que se enfrentan entre sí en ocasiones. A su vez, cada ser humano intenta comprender este complejo entramado que es “la vida” para adaptarse y vivir la mejor existencia posible. Surge así la “historia personal” de cada quién, llena de altibajos. Cultura y ciencia se han abocado al conocimiento de lo que nos rodea, y cierto cine inteligente y sensible como parte de la cultura hace lo mismo.

De allí que la mayoría de las personas resuman esta situación con la frase de que en ocasiones “el arte imita a la vida, o la vida imita al arte”. Cualquier cinéfilo sabe que cierto “cine imita a la vida y que la vida imita al cine”. Sin embargo Hollywood, cuyo objetivo central es ganar dinero, ha desvirtuado este proceso al manipular el gusto del público; mientras que en el cine internacional sobreviven sectores para los que el cine es “otra cosa más” que ganar dinero, sin que se olviden sus fuertes condicionantes financieras que se manifiestan en bancos, productoras, distribuidoras y exhibidoras.

La mujer que vino del mar / Ondine se inserta en un cine de pocos recursos económicos, pocos nombres conocidos y una historia en apariencia sencilla sobre un pescador irlandés y su familia de clase baja (todos elementos “malditos” en Hollywood porque “no venden, no divierten, son veneno para la taquilla”, diría el filmópata favorito que persiguió a Cine Visiones). Pero, de manera muy inteligente, el impacto del film se centra precisamente en la relación de los seres humanos con “la vida” y sus consecuencias.


El film del director Neil Jordan enfoca la relación de sus personajes con su entorno a partir de unas premisas que ciertas élites intelectuales desprecian. El mito –y la creencia en él- es una forma de explicarse el mundo, y la complejidad estructural del pensamiento que lo crea y usa es igual que la del pensamiento “moderno”. Para estas élites, el mito es automáticamente mentira y es desechado con desprecio mediante una soberbia “científicista” autocomplaciente.

Sin embargo, la estructura del mito refleja la complejidad de la relación del ser humano con su entorno (“la vida”) y, en ese sentido, no es la verdad pero si “es una verdad”, que recoge la sabiduría popular hasta el surgimiento de un paradigma mejor. En este proceso, algunos de los elementos del mito permanecen vigentes porque sí forman parte estructural de “la verdad” y se incorporan para siempre en su entramado, sea en ciencias duras, blandas o en la vida cotidiana de las personas en su relación con el mundo que las rodea.

Y ese es el núcleo profundo que hace de La mujer que vino del mar / Ondine una película magnífica en su sencillez fílmica.

Así como en la relación persona – entorno no hay separación inmediata entre sentimiento y mente, creencia y pensamiento porque se manifiestan de manera conjunta –y en ocasiones contradictoria- en un solo tejido existencial, el film La mujer que vino del mar / Ondine ofrece una historia donde estos elementos están presentes en esa forma, como nos sucede a todos. Ante un acontecimiento primario, los tres personajes principales y algunos secundarios responden contradictoriamente con una mezcla de emoción y razón mientras intentan entender lo que ocurre.


Conforme avanza la trama, se nota el peso del mito y la creencia en él como primera instancia de explicación de un fenómeno. Cuando se conoce “la verdad”, cambia el paradigma, pero varios elementos entramados en el mito siguen vigentes en la realidad de los personajes de forma paralela, y se cumplen e integran en sus vidas en el final. ¿Coincidencias en la realidad? Quizás la explicación de cómo el par mito-creencia permite que los personajes intuyan acontecimientos posteriores en la trama del film y el cumplimiento de sus deseos, esté relacionada con el Principio de Sincronicidad expuesto por el psicólogo Carl Gustav Jung: las coincidencias aparentemente son inconexas pero muy significativas, por lo que "se debería estar deseoso de leer esos patrones ocultos".

Así, La mujer que vino del mar / Ondine plantea como el mito puede ser una explicación de lo que sucede en nuestras vidas personales, cómo éste permitiría intuir los acontecimientos de acuerdo a las circunstancias -corporeizados en nuestros deseos- y cómo, SI SE APROVECHAN con humildad las circunstancias/coincidencias, vivir mejor nuestra existencia emocional y mental.

No es un logro menor, entre varios que tiene, para una película “sencilla” con personajes como usted, como yo.

2. La mujer que vino del mar / Ondine

2.1.Comenzamos


Las primeras tomas con las que abre el film ubican de inmediato a la historia en el mar de Irlanda y sus islas, en la zona de Cork. Con una cámara que se mueve con elegancia sobre el paisaje, que se mueve para entrelazar personajes y acciones, vemos el barco de un pescador que recoge su red (incluso con toma submarina) mientras en la banda sonora se escucha una guitarra solitaria que, quizás, David Guzmán aceptaría como minimalista. Así se presenta el primer hecho insólito: dentro de la red, literalmente pescada, está una joven mujer. Este hecho, la mujer dentro de la red y extraída del “elemento” agua, es el hecho que detona el mito como primera explicación. Es algo que, bajo los parámetros “normales” es imposible, y no sólo imposible sino además increíble porque la mujer está viva y reacciona: “vuelve a la vida”.


El segundo punto que se añade a la trama es que la mujer no quiere ser vista, sólo acepta al pescador. Así comienza el proceso de mutuo conocimiento de los dos personajes. Él es Syracuse (Colin Farrell), apodado Circus (Circo) porque es un alcohólico que en sus borracheras era un payaso semidespreciado por los demás. La primera señal de cambio para él es que ella lo llamará Syracuse. Ella se presenta ante l@s cinéfil@s en una de las peores circunstancias fílmicas: mojada, sin maquillaje, carente de todos los atributos de la “belleza femenina hollywoodense”.


Syracuse la lleva a la cabaña de su madre –ya muerta- y la chica aún sin nombre, mojada, despeinada, empieza a exhalar, a plasmar en pantalla una belleza y sensualidad naturales, sin artificios, que se anclan en lo que ella es (características del personaje aportadas por el trabajo actoral de la actriz polaca Alicja Bachleda-Curus, y que han estado presentes en sus cintas anteriores como Pan Tadeusz/ El señor Tadeo y Trade).



Neil Jordan (director y también guionista de la cinta) sigue sumando personajes a la historia e introduce a la niña Annie, de 10 años -y a la ex esposa de Syracuse- (a los 00 horas: 09 minutos: 17 segundos de código de tiempo en el DVD, 00:09:17, para que se ubique la escena). Ya están presentes los tres personajes que entretejen una historia en apariencia sencilla pero cuya profundidad es sorprendente por sus distintos niveles.

Annie está en silla de ruedas porque padece una deficiencia renal seria, aunque puede caminar mientras no se canse; requiere de un transplante de riñón que sea compatible. La relación padre-hija, donde él es tierno y ella da las primeras señales de una inteligencia vivaz y despierta, se da en el proceso de diálisis mientras él le cuenta “un cuento” que no es más que su encuentro con “la mujer que vino del mar”. La banda sonora recoge un piano y una voz con la canción All Allright, de Sigur Rós (y de nuevo recuerdo a David Guzmán).


En esta circunstancia (00:12:05 - 00:12:47) Annie empieza a pedir-buscar una explicación del “cuento” con elementos que aprendió en su escuela, mientras Jordan intercorta para mostrar a la joven en su “nueva casa”. Es allí donde Annie habla por primera vez de las “selkies”, mujeres-foca que forman parte del folklore irlandés, del mito…

Pero para que Annie se transforme en el personaje esencial que es necesita movilidad. Es una niña que atraviesa por una enfermedad que la va discapacitando poco a poco. Para realizar su investigación, tanto teórica como de campo, con libros como en sitio, necesita desplazarse. Obtiene su movilidad –símbolo de libertad de pensamiento, de conocimiento- cuando recibe una silla de ruedas motorizada que maneja con un joystick (00:13:11 – 00:13:29). Pero también la silla de ruedas, por actos de bullying-acoso sofisticado de sus compañeros de escuela (“Al diablo con las necesidades especiales”) y acto de irresponsabilidad y falta de respeto de su madre, será símbolo de una etapa que tiene que dejar atrás para ser una persona libre, inteligente y amada con plena libertad existencial (escena de bullying 00:38:07 – 00:38:54 ; escena de la madre 01:06:48 – 01:07:10).


Mientras tanto, la joven mujer se adapta a su nuevo medio: lava su única ropa en un arroyo mientras canta por primera vez, sola, en soledad… cuando aparece Syracuse.


Neil Jordan remarca, una y otra vez a lo largo de la película, la presencia del “elemento” agua con características femeninas. La mar, “elemento” acuático por excelencia, es el lugar donde la joven revela por primera vez su nombre “mítico”: Ondine (“era la chica que provino del agua”).


Es allí, en mar y costa, agua y tierra como “elementos” en apariencia contrapuestos pero que se unen en la fertilidad donde Ondine (Alicja Bachleda-Curus) canta por segunda vez, ahora acompañada de Syracuse. Es el momento donde se presenta la “Coincidencia o Sincronía” jungiana, segundo elemento estructural del film Ondine y que explica su mensaje e impacto profundo. Ondine canta All Allright a capella e incluso su voz se escucha bajo el agua y, “coincidentalmente – sincrónicamente”, Syracuse tiene suerte y pesca langostas fuera de temporada. “Jesús, me traes suerte”, dice el pescador (00:16:18 – 00:18:53). Y… mientras Syracuse le enseña a Ondine a manejar las langostas, Jordan introduce la canción Braille de la cantante irlandesa Lisa Hannigan. En esta escena se rompe una barrera entre ambos personajes y se da pie a la convivencia, que aún no es intimidad.


Neil Jordan presenta el canto y la pesca en el film y el argumento NO cómo un momento “mágico” donde un ente sobrenatural externo interviene en la vida de los personajes.

De vuelta con Annie, Syracuse sigue con el “cuento” y le narra las últimas novedades: la mujer canta y el pescador pesca. “¿No será qué extrañamente se cumplió tu deseo?”, dice Annie. Con lo que ha aprendido en la escuela Annie trata de explicarse y explicarle a Syracuse lo que ocurre: el lenguaje desconocido es “selk”, canta porque así se comunican bajo el agua… Demasiados detalles y Annie, con su inteligencia innata, sospecha que hay algo más allá del cuento que le narra su padre. Y con su nueva movilidad que la libera va a hacer su investigación de campo mientras la canción de la Hannigan comenta el momento… ¿O ya se nos olvidó que todos los niños –incluso los que fuimos- son intrépidos y curiosos? La inocencia no es estúpida… y Annie es brillante…


Mientras Annie sigue a su padre y la “realidad” de los personajes va a mezclarse con su “ficción”, Syracuse tiene un diálogo determinante con Ondine, que marca la trayectoria de su relación en la película, basada, sí, en el deseo… pero no el sexual-sensual, que está subordinado a otro mayor: la permanencia de una relación emocional… ambos no lo saben aún pero empiezan a enamorarse.

Syracuse: ¿Cuánto tiempo te quedarás?
Ondine: Depende, creo.
S: ¿De qué?
O: De ti.
S: ¿De mí?
S: Si depende de mí, te puedes quedar por siempre.
O: ¿Por siempre?
S: Por siempre.
S: Y vivieron felices por siempre. Érase una vez

(00:25:54 – 00:26:28)


Este comienzo del amor entre ambos personajes es uno de los más sencillos, tiernos y humanos que el cine contemporáneo nos haya ofrecido recientemente. Con una economía de medios envidiable, Jordan nos entrega la escena con la sutileza y elegancia que caracteriza al mejor cine europeo. Para beneplácito de l@s verdader@s cinéfil@s estamos muy lejos de las “pasiones” estereotipadas de la saga hollywoodense Crepúsculo, con sus vampiros hemofílicos prerrafaelitas y sus hombres lobo encuerados del torso de forma totalmente gratuita, que se pelean el amor de una gringa descerebrada.

Annie, que vio de lejos la escena, da el siguiente paso lógico e inteligente: da inicio a la investigación teórica leyendo toda la bibliografía que puede sobre selkies. Otra vez, con su nueva movilidad, recurre a la biblioteca y lee –a solas- todo lo que puede del tema. Va armando su hipótesis de trabajo y no tardará en intentar probarla con una investigación de campo (00:26:52 – 00:27:11 / 00:30:13 – 00:30:53).


Annie vuelve a la casa de su abuela para investigar a Ondine in situ. La puesta en escena de Jordan en este punto refuerza la progresión del eje Mito – Realidad – Mito, como también impulsa en el film la progresión del eje Realidad – Deseo – Realidad, ambos apuntalados por el concepto “Sincronía” de Carl Gustav Jung. Annie ve nadar a lo lejos a Ondine; cuando Ondine va saliendo del agua en un “medium close up acuático” (el recorte del encuadre de Ondine lo “hace” el agua y no la cámara), el vestido que lleva la hace aparecer como si vistiera con algas. La salida de Ondine del mar se hace con lentitud mientras Annie inicia su interrogatorio para comprobar o desechar lo que dicen los libros de las selkies. Annie tiene un conocimiento libresco del mito que trata de probar o disprobar en la realidad con sus preguntas y, por lo que entiende, puede considerar al mito como operativamente real.


Ondine: Pareces saber mucho de mí.
Annie: Sí, estuve leyendo, investigando.


2.2.Intermedio: La clave del film
El eje Realidad – Deseo – Realidad se entrelaza con el de Mito – Realidad – Mito cuando Annie le pregunta a Ondine “¿Puedes curarme?”. La realidad de Annie es su enfermedad cada vez más discapacitante, lo que la lleva al deseo de que Ondine la cure y, quizás, explicado por la “Sincronía” jungiana, el deseo pueda realizarse si Ondine verdaderamente lo desea de corazón y se da la coincidencia… pero no es lo que ocurre en ese momento del film. Aquí Annie somete a Ondine a un interrogatorio. La conclusión de Annie INTUYE y PREFIGURA AL FUTURO el deseo de Ondine de ser feliz “con un terrestre” y lo que ocurre con su “traje de foca”.


ANNIE: ...los de tu especie pueden encontrar una felicidad inesperada... una felicidad inesperada con un terrestre.

Con base en el concepto de “Sincronía” de Jung, podría decirse que Annie percibe un conjunto de circunstancias que interpreta de acuerdo al Mito (es el conocimiento que Annie tiene en ese momento pero que puede cambiar). Su inconsciente –inmerso en el inconsciente colectivo- también capta que esas circunstancias tienen una alta probabilidad de continuar desarrollándose. El amor de una selkie con un terrestre es la explicación mítica que le permite a Annie prefigurar la relación de su padre Syracuse con Ondine, y que ella intuye desde que su padre le narra el “cuento”.


No es pues adivinanza mágica del futuro, sino la capacidad de entender intuitivamente que la “coincidencia” entre mito/realidad/mito y deseo/realidad/deseo en ocasiones puede ocurrir realmente de forma sinérgica, ya que la mente puede captar una estructura profunda de los acontecimientos y circunstancias actuales que se proyecta al futuro con altas probabilidades de cumplirse de forma aparentemente no causal.

Lo que se plantea en el párrafo anterior explica varias de las motivaciones de Annie y Ondine, así como su capacidad de prefigurar (que no adivinar) el “futuro” de los personajes y las situaciones que se vivirán en la película por medio del manejo del mito como explicación y como metáfora del deseo que se podría cumplir. Annie es la primera en plantearse una explicación, aunque sea un Mito, y la primera en desear algo; Ondine es la segunda, pues quisiera que el Mito fuera verdad para poder redimirse, cambiar de vida y encontrar el amor, que es su deseo; Syracuse permanece más tiempo hundido en el mito, lo cuestiona torpemente y está a punto de destruir todo, y es el último en entender / desear.

Ondine, como film y argumento, ha sido criticado porque dos tercios de la cinta parecen plantear una “realidad mágica” que se contradice en el último tercio cuando irrumpe la realidad y se sabe la “verdad verdadera”. Esta lectura es errónea porque no toma en cuenta la sutileza intelectual y emocional con que está construida y filmada la historia (lo que convierte a Ondine / La mujer que vino del mar en una de las cintas más finas y hermosas en la filmografía de Neil Jordan, del cine irlandés en particular, del cine europeo en general).


Muchos críticos, gran parte del público masivo y el filmópata que odiaba Cine Visiones son incapaces de percibir dicha sutileza porque han sido brutalmente condicionados por las fórmulas hollywoodenses más vulgares y procaces, que explotan las “emociones baratas” (cheap thrills) de los adolescentes gringos pedorros que son su mercado poblacional más fuerte/vulnerable/manipulable, y en cuyo patrón de consumo fílmico quieren meternos a todos en todo el mundo (por ejemplo, la serie Mi abuela es un peligro / Big Momma 1, 2 y 3… hasta el momento).

De ahí que Ondine / La mujer que vino del mar amerite una lectura más detallada que exponga la riqueza de su guión y realización cinematográfica, para que se comprenda por qué cierto tipo de público más sensible reacciona con gran emoción estética frente a este film “sencillo y barato”, pero muy rico y complejo en su profundidad humanística.

2.3.Continuamos
La sensualidad de Ondine, sencilla en su forma y sofisticada en el fondo, continúa seduciendo involuntariamente a Syracuse en la siguiente salida al mar (pie en el timón, pierna semidesnuda). La “coincidencia” se repite: Ondine canta y ahora Syracuse captura salmones en una red con la cual es casi imposible hacerlo para asombro de la Guardia Pesquera.


“Coincidentemente” también es el momento en que aparece en el film un hombre desconocido y Ondine es vista por primera vez por la Guardia Costera. Este “avistamiento” de Ondine marca un giro que precipita los acontecimientos.

Ondine: Se terminó, ¿verdad?
Syracuse: ¿Qué se terminó
O: Me vieron.

Ahora Ondine entra al puerto y todos, incluido el hombre, la ven. Es el “chisme sensación” del pueblo. Y de nuevo Annie percibe y señala la conmoción popular cuando Syracuse le compra ropa nueva a Ondine (00:48:30 – 00:49:49).


El siguiente encuentro de Annie y Ondine sin la presencia de Syracuse cambia los roles. Ahora Ondine le muestra a Annie que la mar (el “elemento” agua) no es hóstil, y la niña de 10 años se abre y dice claramente su deseo: que Ondine se quede, porque ha encontrado en ella la ternura maternal de la que carece, el cuidado y atención que no le entrega Maura su madre. Pero dentro de la secuencia hay una escena donde Ondine encuentra una bolsa en el mar y que Annie interpreta como la “piel de foca” de la joven. De acuerdo al mito que maneja Annie cómo explicación, el enterrar la piel significa la permanencia de Ondine por 7 años; para la joven significa enterrar el pasado y el peligro que conlleva para su nueva vida.


Annie: ¿Lo enterrarás?
Ondine: ¿Te gustaría que lo entierre?
A: Sí, porque significa que te quedarás aquí 7 años.
O: ¿Te gustaría eso?
A: Me gustaría muchísimo.

(00:52:00 – 00:53:14)


Pero Annie quiere probar la lealtad de Ondine. Siguiendo su hipótesis mítica de trabajo (Ondine es una selk), quiere probar esa hipótesis mítica y además su probable cariño. Además, prefigura situaciones a futuro:

Annie: Y lo último Pa es que [Ondine] puede cumplir un deseo… si eres una selk puedes hacerlo. (00:54:45 – 00:54:57)

En un festejo popular de regatas en el puerto, la niña se avienta deliberadamente al mar forzando a la chica a salvarla. Para la niña, su hipótesis cada vez parece más real.

Pero el acontecimiento da pie a otro giro importante en la historia: que Ondine rescate a Annie rompe definitivamente las barreras entre Syracuse y Ondine. Él confiesa su alcoholismo (por eso era Circus, el payaso), el alcoholismo de su esposa y cómo se apartó de la botella por amor a Annie… y la besa. El personaje de Ondine también da un vuelco: aunque con miedo se abre y muestra su vulnerabilidad. Mientras él la seduce con cuidado, ella esconde su miedo a la relación por medio del mito común, que usa como metáfora:

Ondine: ¿Annie no te contó? Cuando una selk hace el amor con un pescador, llora lágrimas de sal.


Luego de hacer el amor, con todas las barreras abajo, viene la pregunta sobre la permanencia de la relación, también expresada como metáfora por medio del mito común:

Syracuse: Dijiste que moriste en el agua… ¿Cuántas vidas tienes?
Ondine: ¿Para ti?... No las puedo contar.

(00:59:46 – 01:00:18)


Ahora le toca el turno a Syracuse de expresar su temor mezclado con esperanza, cosa que hace con uno de los sacerdotes católicos del pueblo, que funciona más como un compañero de Alcohólicos Anónimos que otra cosa, lo que no impide la mutua estimación.

Syracuse: Ella me trae suerte y no sé por qué… Temo, Padre, porque comienzo a tener esperanzas.


El temor es válido porque la realidad irrumpe por medio del hombre desconocido que busca sistemáticamente a Ondine. Sin embargo, este hombre también será captado por la “coincidencia/sincronía”, el deseo, el “mito selk”, que explicarán su función estructural y su desenlace dentro de la “vida” de los tres personajes principales. En el mito que conoce Annie se trata del “esposo selk” que reclama a su pareja para que regrese al mar.

El mito selk, que no sólo les explica a los tres lo que pasa sino que es usado metafóricamente para comunicarse entre ellos, le permite a Ondine sincerarse con Syracuse sobre la presencia del hombre. En paralelo se da la escena de Maura, la madre de Annie que, en plena borrachera, tripula irresponsablemente la silla de ruedas de su hija a toda velocidad mientras la niña duerme en los brazos de su compañero escocés (01:06:48 – 01:07:10).


Esta escena prepara la secuencia posterior donde Syracuse y Ondine verbalizan e intercambian sus deseos más sinceros (mientras el “paralelismo sincrónico” espera su momento para manifestarse). Bajo un puente donde corre el arroyo (el “elemento” agua de nuevo presente) se da el siguiente diálogo:

Syracuse: Dile que se largue [al esposo selk].
Ondine: Desearía poder hacerlo.
S: Entonces, deséalo.
O: no puedo.
S: Puedes conceder un deseo.
O: ¿Estás seguro?
S: Eso dice Annie.
O: OK. Deseo que no estuviera enferma.
S: Yo también… Y deseo que te quedes
O: Eso son dos deseos.
S: Uno para ti. Y otro para mí.

(01:07:35 – 01:07:16)


Expresados ya todos los deseos de Annie, Ondine y Syracuse todo lo que viene está prefigurado: “sincrónicamente” el “futuro” los alcanza.

El alcohol se convierte en el catalizador del futuro que se hace presente. Las circunstancias que generaron intuiciones llegan a su resolución lógica y más probable.

La irresponsabilidad alcohólica de la madre, prefigurada en su uso irrespetuoso de la silla de ruedas de su hija, se convierte en un choque automovilístico con el auto del hombre que busca a Ondine. Alex, el compañero escocés de Maura, muere. Alex es donante y “coincidentalmente” su riñón es compatible por lo que la niña es operada para recibir el transplante de riñón. Annie tuvo el primer “deseo” y “sincrónicamente” es la primera a la que se le cumple.

Poco después del funeral de Alex, mientras Annie convalece y Ondine se oculta, Syracuse pasa por su propia prueba de confrontación con el Mito, que no ha intentado comprender como su hija… pero lo enfrenta motivado por el alcohol. Maura, por celos, despecho o competencia, lo emborracha. El resultado es que no rebasa al mito (“No somos de la misma especie”) y por ello abandona violentamente a Ondine en la isla donde está un faro… llamada la Isla de la Foca. No puede desprenderse del elemento literal del mito –la parte de mentira- y quedarse con la explicación estructural del mismo: la parte de verdad, la lección de vida. A Ondine no le queda otra que enfrentar de nuevo a las olas irlandesas…

Después de la euforia etílica viene la “cruda” realidad. Pero Syracuse no está sólo solo. El sacerdote católico, “compañero” de AA, árbol –fresno- confidente y amigo sincero, le señala la salida de la autocompasión. “La desdicha es fácil de conseguir Syracuse. La felicidad la debes trabajar”. (01: 21:30 – 01:23:05)

A partir de este punto (“la felicidad la debes trabajar”) los deseos, mitos y realidades de los personajes se aclaran, los hilos narrativos del film se cierran. Oscilante entre el azar y la necesidad, Syracuse descubre que Ondine es real y busca rescatar el elemento de verdad del mito (su relación, su propia redención y su oportunidad de ser feliz) y desechar no que no funciona. Para ello, la “sincronía”, la “coincidencia” le da la mano: escucha la canción de Ondine y entiende que ella es real. Se trata de All allright, de Sigur Rós, dato que le revela la mismísima Annie (01:24:42 – 01:26:00). Es la primera ocasión en que se oye LA LETRA de la canción. Significa el punto de quiebre, de no retorno del film. La “coincidencia” tomará cuerpo en la realidad, la verdad abandonará los elementos míticos falsos (literales) y asumirá los elementos míticos estructurales profundos.


El encuentro Ondine-Syracuse lleva a la revelación de la verdad. Exhausta, a punto de desfallecer, Ondine le responde:

Syracure: Me dirás la verdad ahora.
Ondine: ¿La verdad? La verdad es que soy una criatura del mar que encontró su saco de foca y lo enterró… porque encontró una familia que le gustó… Esa es una verdad…

(00:28:14 – 01:28:36)


El diálogo es perfecto porque muestra cómo Ondine separa los elementos literales del mito (criatura del mar, saco de foca) de los elementos estructurales profundos del mito que apuntan a la verdad que escondían metafóricamente los literales (enterró el saco para quedarse “porque encontró una familia que le gustó”).

2.4. Crisis y Final (superspoiler)

Ondine es una ilegal proveniente de Rumania, una mula –transporte- de drogas que cargaba un kilo de heroína, misma que su “esposo selk” intentaba introducir por mar cuando fueron descubiertos. Ondine huye nadando con la heroína (“el saco o piel de foca”) pero la vencen las olas irlandesas. Flota y finalmente se hunde con la conciencia de “hasta aquí llego. Me muero”. Por “coincidencia” es rescatada por la red de Syracuse….


El “esposo selk” se llama Vladic, y espera a Ondine y a Syracuse acompañado de un cómplice con pistola. Annie no ha dicho nada. En medio de la violencia desatada, Ondine busca con desesperación la libertad de las personas que ama a cambio del “saco de foca” de la droga, pero Annie lo cambió de lugar. Lo cambió porque para la niña el mito es verosímil, creíble, ya que lo estudió e investigó con los elementos que tenía a mano; así, entregar “el saco” o “la piel” significa estructuralmente perder sin remedio a Ondine para siempre. La joven mujer le promete que jamás se irá y Annie da la ubicación del “saco”.

Vladic y el cómplice intentan sacar “el saco, la piel” de su escondite en el mar. Annie comprende la situación –con su inteligencia brillante para insinuar la solución evidente, simple, sencilla, a la crisis-:

Annie: Él [Vladic]no es un selkie, ¿verdad?
Ondine: No, no lo es.
A: Y tú lo eres todavía.
O: …siempre.

Ondine suelta la cuerda, el peso de las jaulas de langosta precipita a los dos hombres al mar.

La película es coherente estructuralmente: las mujeres viven-sobreviven en el “elemento” femenino del agua. Los hombres no… no es su “elemento”. El único personaje que muere en el mar, en agua, es Vladic, representante de lo más machista de “lo masculino”.

(01:34:18 – 01:35:06 que cierra con fade out A BLANCO).


Atendiendo la coherencia interna del film, Jordan hace que Annie cierre intelectualmente la película. En la última escena que ocurre en el confesionario, en un diálogo con el sacerdote amigo de su padre, Annie acepta que los hechos desmienten su hipótesis de trabajo sobre el mito; la niña con sencillez cambia de paradigma para adaptarlo y adaptarse: Ondine es una mujer y no una selk, comprende-acepta que lo que la motiva es querer que Ondine no se vaya de su vida, y se queda con los elementos míticos profundos de sabiduría existencial para vivir su vida cotidiana, la que le toca vivir a ella, a tod@s nosotr@s. Sobre la visita de Syracuse a Ondine en el centro de detención de migrantes (ella le sonríe) se sobrepone el diálogo Annie-Sacedote:

Annie: Y arrojé el saco de selkie al agua. Y mentí sobre eso también. No era una verdadera mentira, ¿verdad? Porque quería que se quedara por siempre.
Sacerdote: ¿Se quedará por siempre?
A: Sí, ¿no ha oído? Se casarán la próxima semana para que obtenga la ciudadanía. Así que no creo que sea una selkie realmente. Porque no puedes casarte con una foca, ¿o sí?
Sac: No. Definitivamente, no puedes.
A: No, al menos en el verdadero mundo cotidiano.
Sac: ¿Cotidiano?
A: Sí. Significa en el que tenemos que vivir…
A: Pero si fuera una foca, ¿usted aún haría la ceremonia?
Sac: ¿Yo?

(01:37:05 - 01:37:46)


Sobre las imágenes finales del barco pesquero que los lleva a su boda sencilla, guiado al timón por Annie, Jordan lanza la canción Braille (Lisa Hannigan) como comentario final.

No se trata del “final feliz” al que Hollywood nos tiene acostumbrados. No es la melcocha sentimental que retribuye pavlovianamente al espectador por su asistencia (y su dinero), mucho menos un “happy end” forzado sobre un guión construido para la tragedia y alterado por razones comerciales. El final de La mujer que vino del mar / Ondine llega de manera natural, simple, conducido perfectamente por la lógica que estructura todo el relato del film. En ese sentido, para el público que ve este film, el final también puede ser compartido por tod@s nosotr@s.

3. La inocencia no es estupidez
En tiempos recientes, en algunas zonas virtuales de la red o relacionadas con medios de comunicación, se ha equiparado la inocencia con la estupidez, como si el hecho de desconocer algo o verlo cándidamente fuera una prueba de que esa persona es estúpida.

Esto sólo muestra el endurecimiento y el cinismo de quienes proponen este juicio, que ambos conceptos son sinónimos. En parte, algunas críticas enderezadas a La mujer que vino del mar / Ondine recalan en este punto al referirse a Annie. Les parece increíble –y sospechoso- que una niña de 10 años despliegue esa vivacidad como personaje. Increíble –y sospechoso- que a su edad tenga una curiosidad por saber la verdad de la manera en que lo hace. Acostumbrados a los “niños” hollywoodenses, que son de cartón, unidimensionales o chapalean en la perversión gore, no conciben que exista un personaje infantil más redondeado y con facetas más aproximadas a la realidad.


Annie es una niña inocente pero no estúpida. Colocada en un ambiente difícil con su madre ebria y con una enfermedad que la discapacita paulatinamente, no ha perdido imaginación ni se ha amargado. Al contrario, su deficiencia renal y las continuas diálisis a las que la lleva su padre son un recordatorio constante de la realidad cotidiana en la que vive. Sin embargo, conserva aún el ánimo para desear curarse de la deficiencia renal.


Por un lado, su madurez avanza al enfrentarse al bullying de sus compañeros y a la falta de respeto de su madre. En el primer caso, tiene que enfrentar el desprecio de los niños de su edad comandados por una chica “que sabe” en qué consiste el término “necesidades especiales” con los que algunos se refieren a las personas con discapacidad. Esa lideresa no es inocente pero si estúpida al aprovecharse de Annie y echar a perder su silla de ruedas (en un sitio con el “elemento” agua estancado: un gran charco urbano). Annie lo toma con madurez –están envidiosos de sus ruedas motorizadas- y sigue adelante investigando lo que le interesa. Sabe que la silla motorizada le ha abierto las puertas de la autonomía para conocer más el mundo por sí misma.


El caso de su madre es distinto. Soporta de una manera estoica a su madre y a su compañero, ya que ninguno de ellos tiene la sensibilidad para ofrecerle un mejor ambiente para su desarrollo aunque tampoco la violentan directamente. Es un caso clásico de omisión donde la niña es relegada a un segundo plano de importancia, y sólo llega a primer plano como peón en el enfrentamiento de sus padres Maura y Syracuse.

Sin embargo ese equilibrio de atención mediocre, dirigido más a la enfermedad que a la niña misma, se rompe con la falta de respeto que implica el que Maura usurpe la silla de ruedas y se ponga a girar “a toda velocidad” alrededor de una mesa de billar. Este acto prefigura la gran irresponsabilidad que la lleva a manejar ebria, lo que provoca la muerte de su nuevo compañero Alex y a la pérdida de la custodia de Annie. La niña no se hace ilusiones, acepta los cuidados pero tiene bien dimensionada a la personalidad de su madre y sabe hasta dónde puede protegerla.


En el caso de su padre, sabe que carece de cultura pero no tiene mal corazón. De ahí que se dé una buena relación entre ambos, de la cual intuye hasta dónde puede esperar. Cuando comienza el “cuento” de Ondine, su inteligencia la lleva a investigar. Toma la iniciativa, se documenta, e incluso confronta en campo a Ondine por medio de preguntas insistentes.

El hecho de que “crea” que el mito de Ondine es real no se debe a una mente estúpida o crédula. La niña ha usado con inteligencia y tenacidad toda la información que tuvo a su alcance, la puso a prueba en el interrogatorio e incluso cuando se arroja al mar. No ha visto nada que contradiga sus conclusiones y la haga cambiar de paradigma de pensamiento.

Como contraparte emocional a su inteligencia, es clara al pedir que Ondine sea sincera. Ondine lo es hasta el punto dónde puede llegar sin ponerse en riesgo o comprometer su propio deseo: quedarse a vivir con esta nueva familia, en ese nuevo hogar del cual Annie forma parte y echar raíces amorosas en una nueva vida.


Entre ambas se establece una nueva relación. Ondine responde al deseo infantil de Annie de cariño maternal con tiempo de calidad dedicado exclusivamente a ella (la lleva a nadar al mar), con pláticas y actividades sólo entre ambas (sus conversaciones). Annie no sólo desea cariño maternal sino una amistad (la ropa femenina); ambas facetas se unen en Ondine para sacar por primera vez a Annie de una profunda soledad (durante una diálisis le confiesa que es difícil imaginarse “un final feliz” mientras ve ir y venir su sangre al aparato que la efectúa). De ahí la prueba final: tirarse al mar para ver qué hace Ondine. Annie dice que es para probar en definitiva que es una selkie; Ondine, otra mujer solitaria quizás con una infancia muy parecida, intuye la verdadera razón: la niña quería saber “que era capaz de hacer por ella”.

Para los endurecidos y cínicos, un personaje infantil con estas dimensiones, matices y profundidad es simplemente insoportable. Les recuerda que a esa edad la inteligencia no está peleada con los buenos sentimientos y que “algo” han perdido en el camino…

Por eso critican la escena donde Annie cambió de lugar “la piel o saco de foca”. Consideran que allí (¡por fin!) su inocencia es estúpida. Olvidan convenientemente que su deseo emocional es que Ondine se quede con ella y su padre. Con los elementos que tiene a mano considera verosímil que Ondine sea una selkie y actúa en consecuencia: oculta “el saco de foca” para que no se la lleve su “esposo selk”. Es una iniciativa que falla pero que es congruente con lo que ella “conoce”, no es el resultado de una mente estúpida.

No hay que olvidar que Annie es el personaje que con más inteligencia ha prefigurado las circunstancias de “sincronía”, de “coincidencia”. De hecho, ha intuido el curso de los acontecimientos.


Finalmente, cuando la realidad le demuestra que se ha equivocado en la interpretación del mito y que Ondine es una mujer, lo acepta con gracia. En su conversación con el sacerdote en el confesionario, Annie demuestra que cambió su paradigma de pensamiento, que es capaz de adaptarse y continuar viviendo en el mundo cotidiano donde tiene que vivir, y de entender que parte de la imaginación se desarrolla en un mundo de fantasía. Un personaje infantil con estas aristas es poco común en el cine estadounidense comercial.

Entonces no extraña que ciertos críticos y algún filmópata no acepten a Annie como personaje real. Son incapaces de cambiar sus paradigmas sobre el cine con humildad. Son incapaces de entender que la inocencia no, no es estupidez.

4. Esperanza, redención y segundas oportunidades
Por lo que se refiere a los personajes adultos, a Ondine y Syracuse, su desarrollo a partir de la “coincidencia” y “sincronía” va a develar su psicología y deseos, que cuajan en una relación amorosa entre ambos, entendida como la esperanza de tener una segunda oportunidad de cambiar su vida.

El encuentro “coincidental” de Ondine en la red detona este encuentro improbable entre dos personas que en circunstancias “normales” no cruzarían jamás sus vidas. A partir de ese momento, entre los dos perfectos desconocidos se teje un terreno común dónde se establece la relación. Ese terreno común es el “cuento” de Syracuse y la explicación “mítica” de Annie sobre el “cuento” y los acontecimientos reales. El “cuento” y la “explicación” adjudican roles y papeles a los protagonistas, en especial a Ondine.


A la manera de Vladimir Propp y las funciones narrativas que describe en su Morfología del cuento, así como los desarrollos del Análisis estructural del relato y la Narratología se establecen relaciones precisas entre los dos personajes, que aumentan en complejidad cuando se suma Annie y sus investigaciones.

En este caso, dichas relaciones y funciones toman cuerpo en en la realización fílmica de Jordan, como lo hacen en cualquier otro tipo de narración particular. En el caso de Syracuse, él cree en el “mito” de manera casi natural por lo que acepta las características de Ondine e intuye que “algo horroroso o algo maravilloso va a pasar” pero no va más allá. Annie realiza su investigación y trata de probar sus “resultados”, por lo que también considera las relaciones del mito como posibles e incluso las extrapola para prefigurar el futuro (el deseo de una selk y su “esposo” selk).

El caso más interesante es el de Ondine. Ella conoce la verdad más allá o más acá del mito selkie con el que tratan de explicarla. Es quién tiene la conciencia de cómo cambiarían las relaciones entre los personajes si su “realidad” fuera conocida por los otros personajes. Entonces toma la decisión de invertir la relación y función de sí misma como personaje. Trata de adoptar algunas de las características que el mito selkie le adjudica, primero de manera inconsciente y luego consciente. Sin embargo, se topa de frente con la “sincronía” y la “coincidencia”: los acontecimientos la rebasan aunque insiste en acoplarse al mito.


Antes de que la realidad “estalle” dentro de la trama del film, Ondine define el equilibrio busca entre “mito” y “verdad”, de cómo ambos se interrelacionan y el mito si tiene elementos de realidad:

Syracure: Me dirás la verdad ahora.
Ondine: ¿La verdad? La verdad es que soy una criatura del mar que encontró su saco de foca y lo enterró… porque encontró una familia que le gustó… Esa es una verdad… (00:28:14 – 01:28:36)


Así Syracuse y Ondine , enredados en el mito selkie y la “sincronía”, recuerdan la frase que escribe Julio Córtazar sobre La Maga en el capítulo 1 de Rayuela: “Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”.

En ese sentido, ambos personajes vienen de relaciones fracturadas.

El matrimonio de Syracuse está quebrado por el alcoholismo (Maura peor que él) y Ondine de una relación viciada con Vladic, el esposo selkie. Neil Jordan nos muestra los rasgos agrios de Maura-Syracuse, que no mejoran mucho en los de Maura-Alex aunque aún se sostienen mutuamente en el alcohol. Por lo poco que se ve, Ondine viene de una relación de sometimiento, más comercial que amorosa, de la que se puede deducir una soledad más intensa que la de Syracuse. De ahí que, aunque ella tenga una mayor habilidad para socializar que él, es mucho más defensiva y tarda más en confiar en las personas.


Por el alcohol y la conducta que le produce Syracuse socializa menos que Ondine y sólo lo hace a profundidad con Annie y el sacerdote católico (Stephen Rea), su especie de “compañero” de AA; pero es quién toma la iniciativa para iniciar el romance, el que finalmente decide mostrar sus sentimientos a pesar de sus heridas pasadas y vencer el retraimiento. Tiene temor, y mucho, de volver a tener esperanzas. De ahí también su reacción emocional de ira, celos y de abandono de Ondine cuando piensa que el mito del “esposo selkie” hará que ella lo abandone. Son dos caras de la misma moneda.


Como contraparte, de golpe Ondine se encuentra en una situación “idílica” que es mucho mejor que la que vive con Vladic. Curiosamente, para ella el “mito” es más intenso porque parece “envolverla” mientras en el fondo conoce los peligros reales. Su sentimiento de soledad la lleva a abrirse con Syracuse y Annie hasta los límites que marca la trama del “mito”, pero se niega a ir más allá aunque lo desea. Su miedo, su resistencia –y en el fondo su fragilidad- es mayor que la de Syracuse y Annie. A pesar de sus esfuerzos iniciales de “reconstruir” su vida (nueva casa, a la que limpia, arregla y considera ya “su hogar”), de aceptar un nuevo vestuario (donde Annie interviene con mayor tino que Syracuse cuando roba), cuando llega el momento de hacer el amor con el pescador ¡se defiende desesperadamente con los argumentos del “mito”! (siete lágrimas de sal).

Ondine: ¿Annie no te contó? Cuando una selk hace el amor con un pescador, llora lágrimas de sal.
Pero, dicen, “el amor vence todo”. Después de hacer el amor, Ondine es ella misma… quizás después de muchos años. Se hermana con Annie en cuanto a que la inocencia no es estupidez. Quizás por unos instantes la recupera para contestar en un susurro pero con toda su fuerza emocional…

Syracuse: Dijiste que moriste en el agua… ¿Cuántas vidas tienes?
Ondine: ¿Para ti?... No las puedo contar.


Estas dos personas solitarias, con miedo de recibir nuevas heridas emocionales, reticentes a abrirse al mundo… en realidad buscan una segunda oportunidad para retomar el rumbo de sus vidas. Esta relación sentimental les permite redimirse de sus errores pasados y, por fin, dejarlos atrás; pero además, se renuevan y reencuentran lo mejor de sí mismos para compartirlo ahora con más sabiduría con el Otro. De allí que hayan tenido miedo de sentir esperanza la cual, sin embargo, está latente en ambos personajes durante un largo trecho de la película. Entre anhelos sentimentales y altibajos emocionales estos personajes tienen muchos matices, luces y sombras que los asemejan a tod@s nosotr@s.

Así, finalmente el núcleo de la relación amorosa Ondine-Syracuse se engarza con la “sincronía”, con la “coincidencia”. A pesar de los obstáculos, las circunstancias van encajando de manera sinérgica para brindarles esa segunda oportunidad. La “sincronía” actúa de forma paradójica pues de dos vidas individuales negativas se da el lujo de crear una relación positiva con “precisión matemática”: - x - = +

O sea que, por “coincidencia”, los deseos amorosos se cumplen… por vías inesperadas.



5. Alicja Bachleda-Curus y Ondine


Alicja Bachleda-Curus demuestra en (y con) Ondine su capacidad actoral. Es una actriz que proviene de la escuela europea que hoy, más que nunca, difiere de las dos vertientes estadounidenses (la comercial y la “seria”). En Europa, las actrices recurren más a la sugerencia, al matiz, al manejo más sugerente del rostro y del cuerpo mientras despliegan una sensualidad terrenal que las acerca a su público.

Por otra parte, la escuela estadounidense de actuación “seria” sigue enclavada en el famoso “Método”, donde el actor y la actriz deben sumergirse totalmente en el personaje, al grado de transformarse en él. El “Método” es exigente, y muy pocos actores y actrices llegan a dominarlo en lugar de ser dominados por éste. Cuando la actriz domina esta escuela se obtienen grandes actuaciones como la de Natalie Portman en El Cisne Negro; cuando son dominados por el “Método” tenemos sobreactuaciones pavorosas como las últimas de Al Pacino en la pantalla, donde el personaje es devorado y borrado por el actor.

Por el lado de la veta comercial del cine estadounidense lo que existe es una línea de producción de actrices como artículos de consumo. Al igual que un horno que consume carbón, leña o gas para estar activo, Hollywood consume una cantidad salvaje de actrices cuya vida en pantalla no supera los cinco años. Es el mismo rostro “bonito” con nombres intercambiables como marcas de cosméticos. Curiosamente, este patrón comercial se ha acentuado por la influencia del mercado “innombrable” de la pornografía: de allí salió la moda de los implantes en los senos, las operaciones para modelar piernas y que culminaron en Hollywood en masivas inyecciones de botox para labios y cara… todo para permanecer vigentes en la taquilla gringa más de cinco años. Al igual que su belleza prefabricada y la uniformidad del deseo que producen en el público masculino para poseer a esa mujer-trofeo, sus trabajos tienen el mismo patrón de desarrollo. Actuaciones de cartón con el mismo menú de sonrisas, gestos, miradas… que dan la sensación de comer la misma hamburguesa de plástico en cualquier cadena de comida rápida.

En Europa, en cambio, los actores y las actrices recrean a sus personajes. No buscan dominarlos o “convertirse” en ellos. Así, vemos que en las mejores actrices europeas hay un rejuego con su personaje donde hay filtraciones, un “mutuo” intercambio que enriquece. Basta recordar nombres de actrices de distintas épocas para ver cómo se establece esta suma entre ambas partes: francesas como Catherine Deneuve, Dominique Sanda, Isabelle Huppert, Juliette Binoche, Emmanuelle Beart, Sandrine Bonnaire, Sophie Marceau y las jóvenes Virginie Ledoyen o Ludivine Seigner entre otras; las suecas Liv Ulmann, Bibi Andersson; las inglesas desde Vanessa Redgrave a Samantha Morton, Emily y Emma Watson; las italianas, de Anna Magnani a Mónica Bellucci pasando por Stefania Sandrelli; en España, de Victoria Abril a la generación de jóvenes actrices que hoy mandan en escena. La misma situación se repite en cinematográficas menos conocidas como las de Polonia, Irlanda, República Checa o Hungría.


De esa matriz proviene Alicja Bachleda-Curus. Tiene estudios de ballet y canto en las Academias Nacionales de la especialidad ubicadas en Cracovia. De allí que su actuación tenga una excelente preparación a la que suma una frescura en pantalla que no es usual en el cine hollywoodense comercial. Al darle vida a Ondine, esta actriz polaca plasma en pantalla una rara combinación de sensualidad natural con un toque de inocencia, que combina con movimientos corporales con gracia propia pero que podrían pertenecer a cualquier mujer que conocemos. Eso la acerca al público cinéfilo ya que sus personajes femeninos no son ideales hollywoodenses inalcanzables -deseados sexualmente no sólo para ser “poseídos” sino incluso destazados con sadismo como en el cine gore, por parte de un público masculino bestializado-. No, el trabajo actoral de Alicja Bachleda da vida en pantalla a mujeres que podríamos conocer en la calle, en la escuela, en el trabajo. A través de Alicja se trata de mujeres que viven a nuestro alrededor y que de alguna manera conocemos en nuestro medio, y Ondine como personaje no es la excepción.

A través de la “cercanía” humana que Alicja le imprime a Ondine, logra hermanar a este personaje con varias mujeres en el cine con las que hemos convivido como si fueran parte real de nuestra vida: Julie Vignon en Azul y Valentine en Rojo (Kieslowski), Malena (Tornatore), Sarah, la irlandesa de Tierra de Sueños (Jim Sheridan), Alice en Monsieur Hire o Anna en Intimos Extraños (Patrice Leconte, ambas actuadas por Sandrine Bonnaire), entre muchas otras.

No en balde Alicja Bachleda-Curus fue escogida para dar vida en pantalla a uno de los personajes femeninos más amados de la literatura de Polonia: Zosia (Sofía), la joven mujer que pasa de la adolescencia a la responsabilidad adulta en Pan Tadeusz / El señor Tadeo, de Adam Mickiewicz. Quién la seleccionó para ese codiciado personaje fue nada menos que el mejor director de cine en la historia reciente de Polonia: Andrzej Wajda.


¿Cómo logra Alicja Bachleda plasmar esa naturalidad en Ondine y darle vida? Sólo pregúntense cuantas “actrices” juveniles de Hollywood aceptarían utilizar hoy el siguiente catálogo con el que Alicja enriquece la belleza terrenal de Ondine:

- Confiar en su belleza natural: actuar sin maquillaje en varias escena

- Confiar en su belleza natural: actuar despeinada, con el pelo mojado, sin lápiz labial


- Atreverse a realizar ciertos gestos faciales para enriquecer al personaje con matices emocionales (duda, miedo, angustia, ansiedad, felicidad), que implican mostrar abiertamente en pantalla las líneas duras de la frente y el rostro, de donde surgirán las futuras arrugas naturales


- Mostrar el cuerpo, por ejemplo los senos, de manera natural sin implantes


- Mostrar su sensualidad natural con un proceso inverso al común en las películas (detallazo de Neil Jordan como director y guionista): vestir poco a poco al personaje ocultando el cuerpo en lugar de desnudarlo ante el público


- Mostrar la tensión sexual entre Ondine y Syracuse sin mostrar el cuerpo desnudo (al público y a Syracuse: de nuevo Jordan) sino por medio de “la parte por el todo”; sólo las piernas, sólo los pies

- Mostrar una sensualidad con un toque de inocencia (como ya se ha dicho) con tan sólo unas cuantas sonrisas y miradas excelentemente dosificadas, donde el deseo sexual carece de perversión o malicia (la inocencia no es estupidez).



¿Kirsten Stewart actuaría así para hacer a Isabella Swan en la saga Crepúsculo? No. Imposible.

Gracias a los puntos mencionados, su escuela europea de actuación, y el carisma personal e intransferible que tiene Alicja en pantalla, el personaje de Ondine tiene más aristas y matices de lo que podría pensarse en los primeros minutos del film. Estamos pues frente a una buena actriz en espera de un personaje aún más complejo; Ondine es su plataforma de lanzamiento hacia retos actorales más complicados y no dudo que Alicja pueda superarlos. En ese sentido lo mejor de ella está indudablemente en el futuro, pero en la galería de sus personajes la joven Ondine tendrá un lugar especial… donde siempre será amada y recordada.

¡Gracias Alicja!



ESPECIAL. Videos musicales: BRAILLE, con Lisa Hannigan; LILLE, con Lisa Hannigan y ALL ALRIGHT, con Sigur Ros. Dos canciones del soundtrack del film LA MUJER QUE VINO DEL MAR / ONDINE, con Colin Farrell y Alicja Bachleda-Curus, dirigidos por Neil Jordan.

En esta ocasión, este apartado ofrece tres videos musicales que forman parte de la banda sonora del film LA MUJER QUE VINO DEL MAR / ONDINE, dirigido por el irlandés Neil Jordan y con la participación de Colin Farrell y la actriz polaca Alicja Bachleda-Curus.

Se trata de BRAILLE, de la irlandesa Lisa Hannigan, LILLE, también con Lisa Hannigan y el tema ALL ALRIGHT, de la banda islandesa Sigur Rós. Las canciones tienen fuerte presencia en la película. La mayoría de las veces, en especial All Alright, para generar y reforzar la atmósfera emocional de ciertas escenas; pero, también en ocasiones para comentar los acontecimientos como sucede al final con Braille o Lille.

El video de Braille usa fotos fijas tomadas de ONDINE; el de Lille muestra libros objeto que despliega y narra Laura Hannigan; el de All Alright usa fragmentos en movimiento de ciertas escenas.

No resta más que dejarlos en compañía de los videos, con sus respectivas letras que tienen relación poética con la película de Neil Jordan.

BRAILLE - Lisa Hannigan



For you, I leave my light on
To do its best against the storm.
And you came in like the tide and
I knew that we could keep each other warm.

You bring crocosmia and fuschias,
And I, I sing your name into the night.
A king of salt and stones, your compass,
It swings from you to me tonight.

We’ll swim without a word between us,
Our breath held in.
We reel in love in the ocean,
Braille on our skin, on our skin

I fill a glass with what you’ve gathered
They wilt against the window pane
In the morning sees you off with nets to scatter
You will come in with the tide again

We swim without a word between us
Our breath held in
We read enough in the rush of
Braille on our skin, on our skin

We swim without a word between us,
Our breath held in.
We read enough in the rush of
Braille on our skin, on our skin.


LILLE, de Laura Hannigan.



He went to see for a day
He wanted to know what to say
when he asked what he'd done
in the past to someone
that he loved endlessly...
now she's gone, and so is he...

i went to war every morning
i lost my way, but now I'm following
what you said in my arms...
what i read in the charms
that i loved durably
now it's dead and gone, and i am free...

i went to sleep for the daytime
i shut my eyes to the sunshine
turned my head away from the noise
bruise and drip decay of childish toys
that i love arguably
all our labouring gone to seed

we went out to play for the evening
and wanted to hold on to the feeling
and the stretch in the sun
and the breathlessness as we run
to the beach endlessly
as the sun creeps up on the sea...


ALL ALRIGHT, de Sigur Rós.



I wanted to know
What I have done
I wanted to know
It's bad

I wanted to know
What I have done
I want to know
Right now

maybe this time tomorrow
or it may be today
It is now alright
Now it's better
Now we'll know
Now you'll know what I have done.

I'm Singin' with you
Singing in silence
Let's sing into the years, like one
Singing in tune, together
A sound for no one
Let's sing in tune, but now
It's home

Let's sing into the night now
Just sing on for me
Let's sing into the night, oh

(hopelandic)

You : oooooh ooh ooh ooh
You stand next to me alright