27 mayo 2015

Mia Kirshner es la Dalia Negra

Francisco Peña.


La Dalia Negra, la película de Brian de Palma, llegó precedida de nombres famosos en el elenco como Scarlett Johansson y Hilary Swank; pero quien se roba la cinta es la actriz Mia Kirshner, especie de "ángel perverso" del cine canadiense e internacional.


Cuando sus ojazos azules y su rostro fascinante enmarcado por su pelo negro aparecen en pantalla convertidos en Elizabeth Short (la "Dalia Negra"), el cinéfilo la recuerda y se pregunta por qué no la ve con más frecuencia. Se debe a qué prefiere la carrera de actriz a la de estrella de cine.


Desde muy joven, la chica canadiense ha preferido papeles polémicos que no cualquier estrella se arriesgaría a protagonizar por no "dañar" su imagen. A sus 40 años, Mia no pierde su apetito por experimentar, por dar vida en cine y televisión a mujeres con conflictos existenciales, que enfrentan la vida con decisión en medio de la fragilidad personal.


Mia, de ascendencia judía, nació en Toronto, Canadá, el 25 de enero de 1975. Comenzó su carrera profesional a los 14 años en la televisión, con el apoyo de sus padres: Sheldon, nacido en Alemania, periodista del Canadian Jewish News, y Etti, nacida en Bulgaria, maestra de inglés. En un principio, Mia quiso ser periodista pero se decidió a actuar luego de ver a Vivian Leigh como Scarlett O'Hara en Lo que el viento se llevó.


La belleza de sus ojos azules enmarcados por su pelo negro la llevó hacía personajes de una sexualidad atrayente pero ambigüa, con toques de bisexualidad o abiertamente de lesbianismo. A los 18 años debutó en el cine canadiense en Cadillac Girls (1993), como una adolescente rebelde que intenta seducir al novio de su madre. En la película de culto Amor y restos humanos (1993), de Denys Arcand, es una joven dominatrix que conoce los pliegues ocultos del sexo mientras conserva su inocencia personal fuera de su trabajo.


En 1993 logró su primer estelar, con el que atrajo la atención mundial y su fama de culto: Exótica (1993, de Atom Egoyan). Actúa a Christina, la joven teibolera vestida de colegiala que se desnuda al ritmo de "Everybody knows", de Leonard Cohen, frente a Francis, de quien está enamorada platónicamente desde adolescente. La escena de su presentación en el antro, acompañada de la música de Cohen, es electrizante y ya forma parte de la historia del cine como arte.



En ella, Mia Kirshner rompe con las convenciones vigentes del table dance y, de pasada, con algunas del cine (anonimato de participantes, sexualidad visual pero vetada al tacto, fantasía despersonalizada) porque la actriz-Christina comunica al público una personalidad definida aunque atormentada. Mia crea un puente existencial entre emociones y sexualidad y, de pronto, Christina no es ya una teibolera anónima sino una mujer específica: tan individual que su acto de amor toma la forma concreta del desnudo ante la persona que ama pero que no le pertenecerá. El hecho de que Christina nos inquiete es un logro del arte actoral de Mia Kirshner.


Su participación en Exótica ya revela sus cualidades de actriz, su manejo del rango emocional, empaquetados en su atractiva figura de 1.61 mts. Mia muestra su afinidad por explorar una femineidad de luces y sombras, donde sobrevive tanto un núcleo de inocencia irreductible así como el conocimiento de una sexualidad -pública y privada- muy humana, aunque algunas manifestaciones como bisexualidad y lesbianismo no sean tan visibles socialmente.


La capacidad de la actriz se confirmó en la serie televisiva The L Word, donde Jenny Schecter descubre su homosexualidad mientras intenta convertirse en escritora. Algo de Mia Kirshner vive en Schecter: la actriz estudio literatura inglesa y rusa del siglo XIX en su otra carrera, Letras, en la Universidad McGill de Montreal.


En realidad, Mia no es como sus personajes sino una mujer inteligente que cuida su vida privada y evade la fama ("Es sólo confetti", dice). Aunque vive en Los Angeles, permanece ligada a sus padres y a sus amigos de Toronto. Sin embargo, acepta que "debe haber algo que me gusta en esos personajes oscuros, porque sigo regresando a ellos, como en La Dalia Negra". Algo también debe tener Mia Kirshner, porque los cinéfilos regresamos a verla cada vez que aparece en pantalla.