14 septiembre 2015

Historias Cruzadas / Criadas y señoras / The Help, de Tate Taylor

Francisco Peña.

Eugenia “Skeeter” Phelan: ¿Y sabías, de niña, que ibas a ser sirvienta?
Aibileen: Sí señorita, lo sabía.
Eugenia “Skeeter” Phelan: ¿Y sabías por qué?
Aibileen: Mi mamá fue sirvienta, mi abuela fue esclava doméstica.
Eugenia “Skeeter” Phelan: ¿Sueñas con ser otra cosa?
Aibileen (afirma con el gesto): Sí.


I. Introducción
La señora de la casa abraza con alegría y agradecimiento a su trabajadora del hogar; una trabajadora doméstica toma de la mano a la joven de la casa y la aconseja sobre la vida; la trabajadora come en la misma mesa que sus patrones o, aún más, la señora de la casa le cocina a su trabajadora. ¿Cuántas veces hemos visto algo así? ¿Una pocas, ninguna? Parece que sólo en las películas… Sí y no.

Más bien, lo que escuchamos a diario es cómo algún patrón con educación universitaria, trabajo en una gran empresa o jubilado con una buena pensión de exejecutivo bancario se refiere a las trabajadoras del hogar como “chachas” para –según él- usar eufemismos y no insultarlas al llamarlas “gatas”; de la misma forma, su señora les dice “azafatas” para –según ella- no insultarlas al usar “sirvientas” o “misifuzas”. Malas noticias para ambos: todos los términos son insultantes porque nacen de la misma actitud discriminatoria: la trabajadora doméstica es una persona “de segunda clase”, indigna de comer lo mismo que ellos, de tener seguridad social, tiempo libre y un sueldo decoroso (1). Es una No Persona porque para ellos No Existe más allá de su trabajo diario. ¿También parecen situaciones de película? Sí y no.



Sí, porque cierto sector de la industria cinematográfica mundial aborda con responsabilidad las problemáticas sociales, las expone en pantalla y las convierte en parte de la cultura fílmica. No, porque lo que se describe en los dos párrafos anteriores son situaciones cotidianas que se reproducen a diario. Por desgracia, las positivas ocurren poco; las negativas son legión, muchedumbre innumerable en los hogares.

Por lo anterior, cuando un film como Historias Cruzadas (México) / Criadas y Señoras (España) / The Help (Estados Unidos), de Tate Taylor, logra conjuntar lo fílmico-artístico con lo social-cotidiano hay que celebrarlo… y prestar atención a lo que muestra en sus imágenes.



Este excelente film hace visible un problema humano dentro de la mejor tradición liberal del cine hollywoodense. Esa tradición de crítica social que lo mejor de Hollywood conjuntó a partir del realismo poético francés, la literatura inglesa en la vertiente de Dickens, el cine de vanguardia soviético, obras valiosas del expresionismo alemán, del neorrealismo italiano… para unirla con las raíces de su mejor comedia: el anarquismo irreverente de los Hermanos Marx, el fondo social de la pobreza en Chaplin… A lo anterior sumó su propio realismo social (décadas de los 60 y 70). De manera paralela, tanto Hollywood como la imagen de la persona negra en el cine estadounidense evolucionaron al formar parte del mismo crisol cultural y generar-recibir efectos de la sociedad estadounidense. (2)

Sin embargo, el espectador latinoamericano en general y el mexicano en particular jamás hubiera visto esta película proyectada si no fuera porque tres de sus actrices fueron nominadas para el Oscar (Viola Davis, para Mejor Actriz; Octavia Spencer y Jessica Chastain, para Mejor Actriz de Soporte) y la cinta misma nominada para Mejor Película del Año. Sin estas nominaciones, los “misteriosos” criterios de las distribuidoras que difunden cine estadounidense en Latinoamérica hubieran decretado no exhibirla “porque la historia es demasiado local para ‘ese’ público Región 4 que desconoce este tipo de películas” (no $omo$ de $u$ mercado$ má$ importante$).

Sin embargo, luego de ver la cinta, se observa que hay muchos paralelismos entre la situación de las trabajadoras domésticas en la película con las trabajadoras del hogar latinoamericanas y mexicanas. Lo que cambian son ciertas modalidades, pero las situaciones y sus causas muestran semejanzas cotidianas múltiples. Lo que se nota en el fondo es la misma discriminación, racismo, clasismo, sumisión y desprecio que están entretejidas en la vida diaria de tal forma que en todas estas sociedades ven como “normal” esta explotación de seres humanos por otros seres humanos.


Teniendo en cuenta estas circunstancias de entretejido narrativo y mercadológica para nuestra zona cultural hispanohablante, el film aborda un grave problema social de discriminación mediante las siguientes aristas temáticas principales y otras subtramas más secundarias:

- La explotación del trabajo doméstico femenino.
- El racismo lacerante.
- La sumisión de la mujer sólo por su condición de género.

Además, coloca estas situaciones de discriminación en un contexto álgido:

- Dos concepciones religiosas cristianas enfrentadas aunque parten de la misma raíz protestante.
- Una desigualdad económica aguda entre la población blanca y la negra.
- Todo en medio de la lucha histórica por los Derechos Civiles de la minoría negra en Estados Unidos en la década de los años 60…
- Que germina a partir del resultado de la Guerra Civil estadounidense (1861-1865) entre Norte y Sur…
- Y el resurgimiento de políticas y leyes racistas después de la Reconstrucción del Sur, supuestamente derrotado, que se empiezan a legislar a partir de 1877.

II. La explotación del trabajo doméstico femenino
El film narra la situación de las trabajadoras domésticas negras en la ciudad de Jackson, en el estado de Mississippi, uno de los más racistas del Sur de Estados Unidos como consecuencia de las políticas finalmente adoptadas en el período final de Reconstrucción después de la Guerra Civil. Las trabajadoras domésticas negras que atendían los hogares suburbanos blancos de clase media alta y alta estaban sujetas a leyes segregacionistas aprobadas y vigentes, a múltiples reglas no escritas en su trato diario con la población blanca, y a la discriminación cotidiana por parte de la mayoría de sus patronas blancas.

En este contexto el film nos presenta a cuatro parejas de personajes femeninos relevantes, que muestran las relaciones trabajadora/patrona, mujer negra/mujer blanca en la óptica del racismo sureño de clase media alta y alta. Como polo opuesto están dos mujeres blancas que establecen relaciones más humanas e igualitarias con las trabajadoras.

La trabajadora negra Aibileen (Viola Davis) labora en el hogar de los Leeefolt, en especial a las órdenes de la joven señora Elizabeth Leefolt (Ahna O’Reilly) mientras cuida a su primera hija Mae Mobley. Cuando Aibileen se define a sí misma al inicio del film no lo hace en función de su persona sino de las tareas de su labor como trabajadora doméstica ¡desde los 14 años!:


Aibileen: Yo he criado a 17 niños en mi vida. Cuidar a bebés blancos, eso es lo que hago. Yo sé cómo hacer que un niño se duerma, deje de llorar, y vaya al baño antes de que su mamá despierte en la mañana… Yo trabajo para los Leefolt de 8 a 4, seis días a la semana. Gano 95 centavos la hora. Son 182 [dólares] al mes. Hago toda la comida, la limpieza, el lavado de ropa, el planchado y las compras. Pero, más que nada, cuido a la bebé…


La segunda pareja la forman la trabajadora negra Minny (Octavia Spencer) y la racista más radical Hilly Holbrook (Bryce Dallas Howard). Minny es más combativa que Aibileen, es famosa en la región por su cocina y lenguaje florido. Tanto Aibileen como Minny conocen y entienden muy bien las condiciones de explotación y discriminación en las que viven, pero la diferencia de carácter entre ambas que evidencia la película hace que Minny resuma con contundencia la explotación laboral:

Minny: Soñamos con eso todo el fin de semana. Volver a sus casas, pulir los cubiertos. Nos encanta NO ganar el salario mínimo y que NO nos den seguro social. Y cómo queremos a sus hijos cuando son chicos y luego acaban siendo como sus mamás.

Minny: Entonces me dijo “Minny, te voy a dar unas vacaciones pagadas”. Nunca me habían dado vacaciones pagadas en mi vida. Regreso a la semana y se habían ido a Mobile. La señora Flojera tenía miedo de que me largara antes de su mudanza.


La tercera pareja está compuesta por la trabajadora y nana Constantine Jefferson (Cicely Tyson) y la señora Charlotte Phelan (Allison Janney), madre de Skeeter. Es la pareja que cierra el injusto ciclo laboral del trabajo doméstico. Constantine crió realmente a Skeeter y le dio cariño y seguridad durante su niñez y adolescencia. Cuando Skeeter regresa a casa luego de graduarse como periodista y en busca de trabajo, se entera de que Constantine ya no vive con su familia e interroga a sus padres sobre la causa, en especial a su madre:

Skeeter: ¿La despediste?
Madre – la señora Phelan: Sólo éramos un trabajo para ella. Sólo les importa el dinero. Ya entenderás cuando tengas sirvientes.
Skeeter: Ella me crió.
Madre: ¡No es cierto!
Skeeter: ¡Ella trabajó aquí por 29 años!
Madre: ¡Fue una cosa de negros y ya la olvidé!


La cuarta pareja está compuesta por la trabajadora negra Minny (Octavia Spencer) y la mujer blanca Celia Foote (Jessica Chastain). Celia Foote es una joven mujer muy atractiva físicamente, pero viene de una clase social muy pobre, no tiene la misma educación formal e informal que la clase rica blanca de Jackson por lo que es despreciada y segregada por las otras mujeres jóvenes: es, como dicen allá, “basura blanca”.

En una escena clave ambas mujeres, que según los “usos y costumbres” de Mississippi, deben estar totalmente segregadas y separadas no sólo por el color de la piel sino porque son “criadas” y “señora”, se sientan a comer en la misma mesa por iniciativa de Celia. Con ello se remarca que, como ser humano, Celia es mucho más sensible y humana que sus contrapartes Hilly, Elizabeth y Jolene. Esto se debe a que el contacto entre Minny y Celia a lo largo de la película enriquece a las dos como personas cuando no está presente entre ambas la barrera discriminatoria generada por leyes y costumbres.

Celia se sienta a la misma mesa de la cocina donde ya está Minny: ¡Aquí estás! ¡Me muero de hambre! ¡Se ve delicioso!
Minny: Ya hemos hablado de esto, señorita Celia. Se supone que usted debe comer en el comedor, así es como funciona.
Minny se para y tratar de tomar el plato de Celia: Déjeme llevar su plato.
Celia retiene el plato: Aquí estoy bien, Minny.
Minny acepta, se sienta y las dos empiezan a comer juntas.


Gracias a estos cuatro binomios de mujeres, a las situaciones por las que atraviesan todos los días, el público comprende como la explotación laboral no es una idea abstracta o académica. De esta forma cobra vida y cuerpo la negación injusta de los derechos.

- Semana laboral de seis días con turnos que rebasan realmente las 8 horas de jornada.
- Sueldos por abajo del mínimo necesario para vivir con decoro.
- Sobrecarga de trabajo para una sola trabajadora del hogar:
• Toda la preparación de la comida: tres comidas al día para toda la familia blanca.
• Toda la limpieza de la casa: incluye tender camas, acomodar ropa, limpiar muebles, pulir cubiertos, etc.
• Todo el lavado de la ropa de la familia.
• Todo el planchado de la ropa de la familia.
• Compra de la despensa familiar, incluida la selección de insumos de comida, objetos de limpieza, etc.
- Carencia de seguro social y atención médica.
- Carencia de vacaciones.
- Despidos fulminantes e injustos sin liquidación, luego de casi 30 años de servicio.
- Carencia de cualquier tipo de antigüedad en el trabajo y por ende, de jubilación, pensión.
- No reconocimiento del papel formativo - educativo que, como nanas, tienen en los hijos de estas familias.
- Traspaso de roles: el cambio de niños – adolescentes criados en una relación igualitaria con las nanas a figuras autoritarias de poder al asumir el rol de patrón/patrona.

Uno de los grandes aciertos de la película es mostrar cómo este listado se transforma en situaciones reales que perjudican la vida de muchas personas que por necesidad, por pobreza, tienen que aceptar esas condiciones de trabajo al no tener otra opción.

Las condiciones de explotación laboral doméstica son además hereditarias por la discriminación racial. En un momento de la cinta Sugar, la hija mayor de Minny tiene que convertirse en trabajadora doméstica para ayudar económicamente a su familia, y tiene que adoptar los códigos de conducta para trabajar con familias blancas.

Minny: Si cocinas comida para blancos, la pruebas con otra cuchara. Si te ven de nuevo meterla en la olla, tírala de una vez. Usa el mismo vaso, el mismo tenedor, el mismo plato a diario, y lo pones en la alacena. Dile a la señora que ahí lo vas a guardar. Si no, verás lo que te pasa… Cuando les sirves café, se lo pones enfrente. No se lo des, porque puedes tocarlo. Y no les pegues a los niños, les gusta pegarles ellos mismos. Y lo último, ven acá. Mírame. Nada de insolencias. Nada de insolencias, lo digo en serio.


En este sentido, el paralelismo con la situación de las trabajadoras del hogar latinoamericanas y mexicanas es evidente. Los diálogos e imágenes muestras situaciones cotidianas que se repiten en muchos hogares latinoamericanos y mexicanos: todo el trabajo se carga a estas mujeres, que laboran sin horarios precisos, comen solas, tienen que ir a baños diferentes, son despreciadas por su color de piel y por pertenecer a una etnia indígena (ser de alguna etnia de Oaxaca, cuando se trabaja en Ciudad de México) o a un país distinto considerado indigno (Bolivia en Chile o Argentina, por ejemplo).

Así que las mismas condiciones de trabajo que, a principio de los años 60 existían en un estado con políticas racistas en Estados Unidos, se replican en Latinoamérica y México como si fueran de lo más normal. Las reglas que Minny le explica a su hija Sugar aún hoy están vivas en muchos de nuestros hogares.

Con este enfoque, no es de extrañar que esa “normalización” de las costumbres que hace “invisible” la discriminación a las trabajadoras del hogar en nuestros países, sea una barrera casi infranqueable para cambios en la legislación laboral de estas personas en nuestras leyes. Y de manera más subterránea y sutil aún, la relación patrona - trabajadora del hogar en estas condiciones mencionadas esconde estructuralmente la antigua relación amo/ama – esclavo/esclava. Esto se da a tal grado que el siguiente diálogo lo podríamos también escuchar en español en nuestras naciones:

Trabajadora doméstica le cuenta a Skeeter parte de su historia.: Yo trabajé para la mamá de la señorita Jolene toda su vida. Luego su hija, la señorita Nancy, me invitó a trabajar con ella. La señorita Nancy es muy amable. Su mamá, en su testamento, estipuló que trabajara para la señorita Jolene. La señorita Jolene es una mujer cruel. Le divierte ser mala. Dios mío, cómo busqué otro trabajo. Pero en la mente de todos, la familia French y la señorita Jolene eran mis dueños. Yo les pertenecía.


III. El racismo lacerante
La situación laboral ya descrita de las trabajadoras domésticas negras se complicaba aún más por el racismo que imperaba en el Sur de Estados Unidos en la década de los años 60. Racismo proactivo, autorizado e impulsado por el aparato legal en estados como Mississippi: gobernador, leyes promulgadas y reglas sociales no escritas, cuerpo de policía, población blanca con actitud vigilante, atentados contra líderes de la minoría negra y un largo etcétera.

En la película, el racismo se plasma a partir de sus manifestaciones más pequeñas, nimias y en apariencia insignificantes, ejecutadas por las mujeres blancas de cada binomio ya mencionado. Por lo mismo, el racismo envenena toda la vida de las trabajadoras negras desde el trabajo hasta la intimidad sin dejar algún resquicio de libertad.

Las mujeres blancas, con profundos prejuicios raciales adquiridos culturalmente dentro de su sociedad semicerrada, ejercen la discriminación con un sello perverso de “inocencia”, “naturalidad”, “condescendencia”, que la hace más lacerante por su hipocresía. Incluso la ejercen por “iniciativa” propia, enmascarada de “proyectos sanitarios y sociales” que se suman al cuerpo de leyes segregacionistas generadas por el Estado.

Un ejemplo es la escena donde Hilly juega con sus amigas en la casa de Elizabeth. Eugenia-Skeeter es testigo del siguiente diálogo.

Elizabeth: Hilly, deberías usar el baño y ya.
Hilly: Estoy Bien.
Sra. Walters: Está molesta porque la negra usa el baño de visitas.
Elizabeth: Usa el mío y el de Raleigh.
Hilly: Si Aibileen usa el baño de visitas, seguro usa el tuyo.
Elizabeth: No es cierto.
Hilly: ¿No prefieres que hagan sus cosas afuera?
Skeeter (quiere cambiar la conversación): ¿Vieron la portada de Life esta semana? Jackie parece una reina.
Hilly: Dile a Raleigh que lo que se gaste en otro baño. Lo recuperará con creces cuando venda la casa. Es peligroso. Ellos portan enfermedades distintas… por eso escribí la Iniciativa de Saneamiento del Hogar.
Skeeter: ¿La qué?
Hilly: Una ley para prevenir enfermedades. Exige que las casas de los blancos tengan otro baño separado para los negros. La apoya el Consejo de Ciudadanos Blancos.
Skeeter: Quizás deberíamos hacerte un baño afuera a ti, Hilly.
Hilly: No está bien bromear sobre la situación de los negros. Yo haré todo para proteger a nuestros niños.



Esta situación narrativa marca la posición de la mayoría de las jóvenes blancas. No sólo trazar una férrea línea de segregación laboral y racial, sino marcarla físicamente, en medio de burlas llenas de “buena educación” hacía sus semejantes.

Esta discriminación racial disfrazada de “métodos higiénicos” explota en la misma casa de Hilly Holbrook cuando su trabajadora negra Minny tiene que ir al baño en medio de la entrada de un tornado. Hilly quiere que salga al exterior con vientos de 80 kilometros por hora y, finalmente la despide cuando la descubre usando su propio inodoro.

Este despido da pie a que Aibileen decida cooperar con Skeeter Phelan en la escritura de un libro que narre las anécdotas cotidianas del trato diario que reciben las trabajadoras negras por parte de sus patronas blancas. Para escribir su libro, Skeeter comienza su investigación periodística y analiza las leyes del estado de Mississippi:

Skeeter lee las leyes vigentes en su estado:

Mississippi – Leyes que gobiernan la conducta de los no-blancos y otras minorías.

De ahí se oyen las siguientes citas en voz over:

- Ninguna persona le exigirá a una mujer blanca que de pecho en pabellones o cuartos donde estén hombres negros.
- No se intercambiarán libros entre escuelas blancas y de color. Seguirán usándolos los de la raza que los usó primero.
- Ningún peluquero de color atenderá como peluquero a mujeres o muchachas blancas.
- Cualquier persona que escriba, imprima o circule material que aliente la igualdad social entre negros y blancos es sujeto de prisión.


La relación sociedad-leyes-gobierno-sociedad, que inicia con un baño segregado que se apoyaría en una ley racista, tiene un remate político que refuerza la segregación racial social, en un perfecto círculo vicioso de discriminación, como de nuevo apunta Hilly Holbrook (de paso humillando a otra trabajadora dell hogar que no es la suya):

Hilly: Aibileen, ¿te gusta el baño nuevo en casa de Elizabeth? Es lindo tener un propio, ¿no, Aibileen?
Aibileen: Sí señora. Y le doy las gracias.
Hilly: Separados pero iguales (separated, but equal). Eso dice Ross Barnett y no discutes con el gobernador.
Skeeter: En Mississippi, nunca. Cuna del gobierno moderno.


Como se ve, en este racismo todo está entretejido: la sociedad misma ha generado leyes injustas para la sumisión del Otro y la Otra que es diferente. Y cuando se dice que Todo Está Entretejido también se incluye al transporte segregado, barrios segregados, baños segregados, religiones segregadas aunque sean de la misma raíz protestante, aunque adoren al mismo Dios.

En ese sentido, la situación en el Sur en el inicio de la década de los 60 era la misma que más de 100 años antes describía el activista negro Frederick Douglass, vocero de la comunidad negra en el siglo XIX y que abrió el camino a líderes que lucharon por los Derechos Civiles 100 años después: Martin Luther King Jr, Ralph Abernathy, Jesse Jackon, Malcolm X…

“Quizás no se encuentre otra ciudad donde en donde el prejuicio contra el color sea tan rampante como en Filadelfia. Por lo tanto, todos los incidentes de casta se pueden ver a la perfección. Tiene sus escuelas blancas y sus escuelas negras, sus iglesias blancas y sus iglesias negras, su cristianismo blanco y su cristianismo negro, sus conciertos blancos y sus conciertos negros, sus instituciones literarias blancas y sus instituciones literarias negras… y en todos lados la línea entre ellas está férreamente trazada. Las personas de color, sin importar que tan bien vestidas estén o qué tan bien se comporten, damas o caballeros, pobres o ricas, ni siquiera se les permite abordar cualquiera de los muchos vehículos que cruzan la ciudad. Los auditorios se rentan con la condición expresa de que a ninguna persona de color se le permitirá la entrada, sea para un concierto o escuchar una lectura. Todos los aspectos del uso de esta ciudad, en este punto, son despreciables y bárbaros. Se obliga al hombre de color a ocupar sólo las llamadas posiciones serviles de la vida… y sin embargo, a pesar de las restricciones y la discriminación que los atan a un conjunto común de degradación, podemos nombrar a muchos hombres ricos y letrados entre ellos. La comunidad de color de Filadelfia ha tenido que recorrer un camino estrecho e hiriente por muchos años; pero les predecimos un futuro más brillante y mejor. Si han hecho ladrillos sin paja, lo harán mejor cuando las actuales restricciones y vergüenzas se eliminen, como ciertamente será”. p. 259. (3).

En la película, está división se reitera, como ya se apuntó, en la religión. Aibileen, Minny y otras trabajadoras domésticas negras asisten a su propia iglesia, con pastor también negro. En cambio, en el colmo de la hipocrecía, Hilly Holbrook se da el lujo de rechazar en nombre de su religión la petición de un préstamo por parte de su nueva trabajadora –Yule Mae Davis (Aunjanue Ellis)-:

Hilly Holbrook : “Como cristiana te estoy haciendo un favor. Dios no les da caridad a los que pueden trabajar. Necesitan juntar ese dinero ustedes dos, ¿OK?
Trabajadora: Sí, señora.
Hilly: Algún día me lo agradecerás.


Sin embargo, la película del director Tate Taylor es honesta. Establece un paralelo entre la solución posible al racismo con la solución posible al problema de las trabajadoras domésticas: la acción social comunitaria. Así como se muestra el contexto de la lucha de la comunidad negra por sus Derechos Civiles en los 60, la cinta muestra que la cuestión laboral de las trabajadoras del hogar puede requerir una solución semejante, a pesar de la violencia que se puede desatar en ambas situaciones.

La comunidad negra lucha por sus Derechos civiles mientras sufre atentados, amenazas y asesinatos. La reacción implica un movimiento social no violento, pacifista –así pregonado por Martin Luther King y apoyado por las acciones federales del gobierno federal de John F. Kennedy-. Y en la cinta, así como la comunidad negra se organiza con protestas y marchas a la muerte de uno de sus líderes, así también las trabajadoras domésticas negras se organizan por fin en un grupo cuando una de ellas es encarcelada injustamente. Más de una docena de trabajadoras del hogar se reúnen para dar testimonio de sus anécdotas ante Skeeter Phelan, para que termine el libro de ella y de todas. Así, las trabajadoras pasan del miedo a la acción. El libro con el testimonio de todas sacude a la ciudad de Jackson y desencadena una parte del cambio social general.


La película tampoco es inocentona. Las acciones, testimonios y declaraciones de las trabajadoras negras domésticas plasmadas en un libro, por sí solas, no producen el cambio del racismo a la no discriminación y la igualdad. La cinta las expone como parte de un proceso social más general y complejo. Sin embargo, anota que para algunas trabajadoras domésticas si habrá mejoría (Minny con Celia, Aibileen y su nueva situación) mientras se producen cambios concretos como pago por hora, horarios flexibles y respetuosos, la incorporación a la seguridad social estadounidense, que están en el futuro que ya no abarca la cinta.

De allí que las condiciones de las trabajadoras del hogar afrodescendientes en Estados Unidos haya mejorado dentro del contexto de la lucha por los Derechos Civiles de la comunidad negra.

Sin embargo, el hecho de que esta película causara nuevas discusiones en 2012 con su estreno implica que las luchas contra el racismo, los Derechos Civiles y las condiciones de trabajo de las trabajadoras del hogar no han terminado. La cinta cumple con mostrar los procesos con los cuales se lograron avances concretos, y reitera que se está en la vía correcta para obtener más logros en las situaciones que plantea cinematográficamente.

IV. La sumisión de la mujer sólo por su condición de género
Historias cruzadas es un film rico en connotaciones, en subtramas sociales. Mientras la condición histórica de la mujer negra pasa de esclava a trabajadora doméstica discriminada, hay otra subtrama recurrente: la discriminación por género.

Dentro de las comunidades negra y blanca se expresa el machismo y el juego de poder. En el caso de Minny, su compañero Leroy la golpea repetidamente y la violenta por género; de la misma manera, obliga a su hija Sugar a abandonar los estudios y trabajar para pagar sus cuentas.

En el campo de la comunidad blanca, los esposos mantienen a sus mujeres en “actividades propias de su sexo”: colectas benéficas, sociedades femeninas, etc. Sólo se les considera aptas para casarse, llevar un hogar y tener hijos. Incluso esta idea permea a muchos de los personajes femeninos de la película.

Esto se observa al analizar el personaje de Skeeter. Es la que tiene la mejor educación (universitaria, como periodista). Pero al regresar tanto su familia, su madre y sus amigas esperan que se case luego de ejercer un primer trabajo. Ese primer trabajo no es como reportera sino que se le da la columna de Consejos para el Hogar.

El hecho de que no desee casarse aún aunque le interese una posible relación, la convierte en una persona “rara”:

- Su madre le pregunta si es lesbiana.
- Sus amigas le consiguen citas porque su trabajo es la última parada antes del matrimonio.
- Una vida propia en Nueva York, con apartamento propio y autonomía, es casi impensable.

Los hombres aparecen poco, pero cuando lo hacen muestran que, independientemente de si son racistas o no, si tienen una concepción machista de la mujer. Stuart, el ligue y novio de Skeeter –que le consigue Hilly- lo demuestra.

Al conocerla, cuando Skeeter le dice que trabaja y escribe una columna de consejos para el hogar, ya semiborracho le dice:

Stuart: Suena como una táctica para conseguir esposo, saber limpiar.
Skeeter (sarcástica): Eres un genio, descubriste todo mi plan.
Stuart: ¿No es lo que estudian las chicas en la universidad… cacería profesional de maridos?


Pero es la independencia de pensamiento y decisión de Skeeter lo que enciende a Stuart, que se mezcla con su racismo “liberal”:

Skeeter: Me dijiste que escribiera sobre algo en lo que creía.
Stuart: No es en lo que yo creo. Lo de los inodoros con Hilly estuvo chistoso. ¿Por qué nos haces esto? Ni siquiera sé por qué te importa.
Skeeter: ¿Qué?
Stuart: ¡Las cosas están bien aquí! ¿Para qué traer problemas?
Skeeter: Los problemas ya están aquí, Stuart. Tenía que decírtelo. Necesitabas saber.
Stuart: ¡Debías habérmelo dicho desde el principio!... Eres una mujer egoísta… Te conviene estar sola…


Stuart rompe con Skeeter y como despedida le restriega su soledad en la cara. La herida emocional que causa está entretejida con el hecho de que ella escriba lo que piensa, en lo que cree. Machismo y racismo están aquí sutilmente relacionados.

En el caso de la comunidad de mujeres, las relaciones de poder están bien dibujadas. Hilly maneja su racismo al parejo de su clasismo que expresa con desprecio por las mujeres que no están a su altura. En una reunión de la sociedad benéfica que preside, Hilly avergüenza públicamente a Skeeter por no publicar un mensaje suyo en el correo de dicha sociedad que ella genera; Hilly y sus amigas desprecian a Celia Foote a pesar de ser mujer y tratar de cumplir con el rol establecido (esposa, cocina, hijos) por ser de otra clase social y porque “no se comporta” como ellas con “buena educación”; desprecia a su propia madre –hay que observar el caso de las mujeres adultas mayores en la película: la señora Walters (Sissy Spacek)-.


Sin embargo, la película misma da alternativas para las cuestiones de género.

- El personaje de Charlotte Phelan (Allison Janney), madre de Skeeter, cambia en la película. Pasa de presionar a Skeeter para que se case a respetarla como escritora; la defiende ante Hilly y termina orgullosa de su hija. Además, se arrepiente del acto de discriminación contra su querida trabajadora Constantine por ceder al prestigio y a la presión social de un grupo de mujeres racistas ya mayores. Aquí hay que observar el proceso de cambio de este personaje.


- Celia Foote se transforma con el contacto humano que le brinda Minny y madura como personaje y mujer. El hecho de que sea una mujer blanca que no discrimina le permite recibir el apoyo humano que Minny brinda a todas a pesar de su carácter fuerte. Cuando no existen barreras de discriminación, la cuestión de género fluje con mayor facilidad hasta expresarse en la solidaridad entre mujeres. Es interesante ver cómo Celia agradece a Minny todos sus favores con una acción personal altamente significativa, que también simboliza su nueva madurez y autonomía: cura los golpes de Minny y la insta a rebelarse ante su esposo; invita a Minny a cenar en la misma mesa, con su esposo, a compartir una comida que ella ha preparado, finalmente, por sí misma y con éxito.


- El camino que recorre Skeeter misma, que va desde una conciencia incipiente del problema laboral y racial de las trabajadoras porque fue criada por Constantine, hasta el reconocimiento de la importancia social que tiene su proyecto de libro. Asimismo, el sufrir en carne propia el ostracismo de sus amigas y novio, por el hecho de defender sus ideas, más avanzadas que las que rigen en su ciudad natal Jackson, Mississippi. No hay que dejar de subrayar su toma de conciencia gracias a su trabajo como reportera seria, al investigar las leyes racistas de su estado y conectar emocionalmente con las trabajadoras del hogar cuando le brindan sus testimonios. El proceso de cambio y afirmación personal de Skeeter es uno de los hilos narrativos más importantes de esta película. Finalmente Skeeter “va a buscar su vida”.

También hay que remarcar que quien vea esta película, debe observar con detenimiento las relaciones de género que se establecen entre las parejas de mujeres ya señaladas:

- Aibileen / Elizabeth
- Minny / Hilly Holbrook
- Constantine / Charlotte
- Minny / Celia


Pero a las cuales hay que sumar las relaciones más informales de:

- Aibileen / la niña Mae Mobley
- Aibileen / Minny
- Skeeter / Constantine

En ese sentido, la cinta marca tendencia sobre la cuestión de género al ver cómo se puede llegar a la solidaridad femenina en distintas situaciones cotidianas, donde las ideas están presentes en acciones diarias más acá del discurso ideológico.

La solidaridad femenina en cuestión de género también se proyecta hacia el exterior e impacta a la sociedad. Las voces de Skeeter y Aibileen, como escritoras que han vivido una experiencia conjunta de aprendizaje, se amplificarán no sólo por un libro sino por la actividad que van a desempeñar en otro ámbito.

Pero el momento de género más significativo quizás sea el más breve de la película. Es cuando todas las trabajadoras del hogar se reúnen en casa de Aibileen para colaborar en el libro de Skeeter con sus historias. No sólo acuden por compartir las mismas condiciones laborales injustas ni por compartir las mismas condiciones sufrientes de racismo. También se reúnen porque comparten el hecho de ser algunas cabeza de familia, por llevar ingresos a la casa –menores por ser mujeres-, por compartir la preocupación por sus hijos. El hecho de estar juntas, ver que no están solas sino que forman un grupo, las empuja como mujeres a unirse en un esfuerzo conjunto para generar una acción concreta: hablar con voz propia para exponer sus vivencias.

V. Película que observa y expone
Historias Cruzadas, como se llama esta película en México, es un film que usa los recursos cinematográficos y fílmicos (4) con prestancia para exponer su historia. Lo primero que salta a la vista es que el director Tate Taylor logró reunir un elenco de actrices de primera y su labor de dirección obtuvo magníficos resultados.

Todas y cada una de las actrices se acopló a su papel, cada una aportó lo mejor de sí misma para que los rasgos que definen a su personaje fueran no sólo creíbles sino que se sumaran a la interrelación con los otros personajes. Este rejuego de creatividad entre todas ellas elevó el nivel de calidad de la cinta y le impidió caer en supuestos “lugares comunes”.


Todas las actrices modularon sus personajes con matices muy finos, y establecieron un intercambio actoral que permite captar al espectador las distintas sensibilidades de los personajes. De esta forma, la actuación de emociones contenidas de Viola Davis como Aibileen Clark encuentra una respuesta más que adecuada en los rasgos enérgicos y proactivos que Octavia Spencer imprimió a Minny Jackson. En correspondencia, la madurez centrada de Minny encuentra una contraparte magnífica en la efusividad e inocencia que plasma la actriz Jessica Chastain a la rubia segregada Celia Foote. Además de esta cinta, Chastain muestra su capacidad actoral en otras dos películas: El árbol de la vida (Terrence Malick) y La Noche más Obscura (Kathryn Bigelow) con dos registros de personajes en polos totalmente opuestos.

Si por un lado tenemos las actuaciones solidarias de Viola Davis y Octavia Spencer que encarnan la amistad inquebrantable de Aibileen y Minny, por otro tenemos la confrontación actoral de Emma Stone y Bryce Dallas Howard que dan vida al duelo entre Skeeter Phelan y Hilly Holbrook.

Emma Stone, que después se convierte en Gwen Stacy en la nueva serie de El Hombre Araña y es la actriz principal de Fuerza Antigángster, muestra que es una actriz completa de registros múltiples y que no se le puede confundir con un producto comercial de Hollywood. La Skeeter de Emma Stone es sensible, decidida, con voluntad propia aunque con momentos de inseguridad. Su proceso de maduración emocional, profesional e ideológica tiene como soporte un manejo corporal y físico que casi no se nota en pantalla pero que es la columna vertebral del personaje. Frente a la complejidad de las actrices negras Davis y Spencer sabe acomodar la juventud de su personaje hasta el reconocimiento de la madurez de éste.


También hay que añadir las escenas de Emma Stone con Cicely Tyson como Constantine, la nana negra que cría a Skeeter y se convierte en la figura materna a a quien admira. En una sola escena, Stone muestra la fragilidad e inseguridad de su personaje frente a su nana negra que le inyecta seguridad en sí misma y la forma existencialmente. Frente a estas actuaciones complementarias, Stone sostiene otro duelo con Allison Janney que encarna a la madre Charlotte Phelan. Aquí se trata de dos generaciones en edad, que confrontan también dos maneras de pensar y actuar. Dentro del registro de matices de su personaje, Emma Stone muestra su capacidad al ir modificando sus actitudes frente a su madre. Charlotte Phelan es creíble en su enfermedad y en sus registros existenciales por las modulaciones emocionales que le imprime Allison Janney: la transformación del personaje que rompe su jaula de racismo encubierto para sumarse con solidaridad y amor al cambio de su hija es una de las joyas de actuación de esta cinta.

Por su parte, la confrontación de Emma Stone con Bryce Dallas Howard (como Hilly Holbrook) en apariencia cae a favor de Emma Stone, porque los rasgos de carácter de su personaje son más amplios. Sin embargo, no sólo queda en un empate sino que, si observamos con más detenimiento vemos que Dallas Howard hace más con menos. A Bryce Dalas Howard le tocó lo más difícil del lote de personajes: una villana hipócrita, resentida, vengativa, totalmente cegada por una forma de ser racista y discriminatoria. Los rasgos del personaje de Hilly Holbrook en el guión son más estrechos y tiene que interactuar con las otras mujeres en una situación más limitada. Pero para señalar que excelente actriz es Dallas Howard basta recordar su actuación en la cinta Manderlay, dirigida por el nada sencillo sino más bien laberíntico director danés Lars von Trier.

El caso del personaje de Hilly Holbrook y de la actuación de Bryce Dallas Howard se complica porque muchos críticos y críticas de cine en México se basaron en Hilly-Bryce para despreciar a toda la película. A partir de este punto se descalificó a la cinta con adjetivos como telenovelesca, unidimensional, estereotipada y llena de lugares comunes.

Por desgracia, muchas veces quienes ejercen la crítica de cine en el país descalifican cintas como Historias Cruzadas por ignorar el contexto social e histórico que alimenta películas como ésta. Así, las herramientas de análisis con las que cuentan para abordar narrativas de este tipo resultan limitadas por desconocimiento y, en algunos casos, por malicia. Lo anterior no sólo sucede en algunas cintas de procedencia estadounidense sino que se extiende a obras europeas, asiáticas y africanas. Conforme la distancia geográfica se incrementa, así aumentan las posibilidades de una lectura deficiente de una película.

Así, parte de la crítica de cine mexicana no puede percibir o captar que un personaje como Hilly Holbrook no es estereotipado ni carece de aristas interesantes. Hilly no es una mujer de telenovela sino un personaje realista cuyo diseño tiene profundas raíces asentadas en la realidad. Desde los años de 1830 en adelante, la mujer blanca de clases acomodadas que vivía en el Sur de Estados Unidos, recibía una formación férrea e intensa sobre sus obligaciones en el hogar: desde tocar el piano, leer poesía, entretener a los hombres hasta administrar el hogar y cuidar a los niños.

Esta situación se modificó por el resultado de la Guerra Civil o de Secesión (1861-1865), porque en esos años el Sur perdió a casi toda su población blanca masculina en los campos de batalla o en prisión en el Norte. Por esa razón, como en otras guerras anteriores y sobre todo posteriores, las mujeres tuvieron que ejercer roles antes considerados como exclusivamente masculinos. En el Sur tuvieron que convertirse en capataces de esclavos, administradoras de la producción, sumarse al esfuerzo social de la guerra con su propio trabajo e incluso defender la ideología esclavista que centraba toda la economía de la región en la relación esclavos – campos de algodón. En cambio, las mujeres blancas pobres sólo afrontaron el hambre y la desprotección, sin tantas posibilidades de ejercer nuevos roles sociales. La diferencia Hilly – Celia Foote tiene su asiento en esta situación.

En el caso de las mujeres blancas de clases acomodadas también se suma el hecho de que confrontaron la invasión del Sur por parte de las tropas norteñas del general William Tecumseh Sherman, que devastaron y quemaron todo a su paso por Georgia y Carolina del Sur. Ante la ausencia de contingentes fuertes del ejército confederado, estas mujeres sufrieron saqueos, hambre, incendio de casas y cosechas, insultos y vejaciones. Sherman tenía claro que debía quebrar el apoyo social de la base poblacional del Sur para derrotar a los ejércitos confederados, por lo que aplicó a su manera una política de tierra quemada.

En el proceso, existen muchos testimonios de oficiales del Norte que señalan que las mujeres eran las más exaltadas defensoras de la esclavitud de la población negra. Al vivir cotidianamente la dependencia económica sureña en un solo cultivo –algodón- cosechado por esclavos, de la que también dependían sus propios hogares, estas mujeres de clases acomodadas confrontaron a las tropas del Norte como pudieron y, al ser “conquistadas”, se aferraron aún más a la ideología esclavista. Esta tradición extrema de discriminación y explotación laboral se ramificó en un desprecio por la población negra, apuntalado por nuevas leyes segregacionistas que se publicaron a finales del siglo XIX y principios del XX.

Estos usos y costumbres discriminatorias y laborales fueron transmitiéndose de generación en generación por la rama femenina. Así como Aibileen menciona al inicio del film que su madre era sirvienta y su abuela era esclava doméstica, así también entre las mujeres blancas de clases acomodadas se transmitieron las actitudes de mando, desprecio y segregación entre ambas poblaciones. De allí que las actitudes de Hilly, Elizabeth y Jolene se presenten como “naturales” en el film… porque durante más de 100 años fueron consideradas como naturales por la sociedad femenina del Sur en general y de Mississippi en particular.

Así que si los rasgos del personaje de Hilly parecen limitados, esas limitaciones son históricas y provienen de una matriz social, plasmada en las leyes segregacionistas que analiza Skeeter en una parte del film. Apoyada en su religión de cristianismo sólo para blancos, con el pretexto de evitar enfermedades “distintas” a los niños, el miedo y pavor a la presencia – sexualidad de la población negra, Hilly se comporta como ejecutora de una tradición esclavista trasmitida por rama femenina. Si el personaje fuera falso, con actitudes falsas que no correspondieran a una realidad social entonces, por lógica, no hubiera existido un movimiento en Pro de los Derechos Civiles de la población negra…

Este es el transfondo que no puede captar cierta crítica mexicana, incapaz de quitarse los lentes de la vida actual (postfeminista, postmoderna, tecnológica, con el lenguaje de derechos humanos que ya nos permea) para ver otra realidad que fue. Por lo tanto, condena sin entender al personaje de Hilly, a la actuación magnífica de Bryce Dallas Howard y a todo el film: la ignorancia no es sólo el no saber sino que también es proactiva y daña.

Así que mejor cerremos esta sección con la idea de que Bryce Dallas Howard hace un trabajo actoral excelente donde la actitud discriminatoria de Hilly crece conforme avanza el film y su enfrentamiento con Minny y Skeeter. Hay que fijarse en el manejo histriónico de la ira contenida, del resentimiento, del uso eufemístico de su lenguaje (como cristiana te estoy haciendo un favor. Dios no les da caridad a los que pueden trabajar) que va creciendo hasta explotar en las venganzas maliciosas que cierran la cinta. La actriz Dallas Howard hace uno de los mejores trabajos actorales con los elementos limitados que le da el personaje y logra encarnar en pantalla esa furia contenida que se expresa en actos discriminatorios, cada vez más humillantes y vengativos, hacia las mujeres negras y blancas que desprecia.

En síntesis, el film de Tate Taylor logra un equilibrio poco común entre las ideas que expresa y las situaciones que narra. Como documento cinematográfico tiene un valor mucho más alto del que se le ha adjudicado en primera instancia. Para poderlo sentir y comprender tenemos que dejar nuestros anteojos de actualidad para dejarnos permear por esta extraordinaria narración fílmica.

VI. Importancia del film
La cinta tiene un valor especial para los países latinoamericanos y México en especial. Por las circunstancias sociales y económicas, el fenómeno de migración a Estados Unidos ha provocado que las mujeres latinas y mexicanas tomen los empleos de trabajadoras del hogar y nanas que atienden niños. Ahora son ellas las que tienen que ganarse “el derecho de permanencia” como antes lo han hecho otras minorías en la sociedad estadounidense (polacas, judías, italianas, etc.). Son ellas ahora las que tienen que vivir y sufrir en su vida cotidiana las actitudes de patronas como las actuales Hilly Holbrook, Elizabeth Leefolt y Jolene French.

Hilly, Elizabeth y Jolene ahora no se agrupan en torno del Concejo de Peronas Blancas sino en el grupo del Tea Party del partido republicano estadounidense, que manejan slogans como antes lo hicieron sus abuelas y madres: “¿Cuál es la parte de la palabra ILEGAL que NO entienden?” No se agrupan para segregar a trabajadoras domésticas negras y mujeres blancas de extracción humilde, o por separar los baños de blancas y negras; ahora pugnan por murallas infranqueables en la frontera, por negar servicios médicos a las migrantes embarazadas o, de plano, cambiar la legislación para que a los hijos de estas migrantes nacidos en Estados Unidos se les niegue la nacionalidad estadounidense POR LEY.

Claro, en este contexto político, Historias Cruzadas también tiene su postura. Se filma y exhibe en los años de la primera presidencia de Barack Obama, primer presidente no blanco –es mulato- en la historia de Estados Unidos. Es evidente que al recordar las situaciones diarias de discriminación en los años 60, la lucha por los Derechos Civiles de la población negra con el apoyo del gobierno demócrata de John F. Kennedy, las acciones grupales desde escribir un libro hasta protestas masivas, recuerda a su público que es más conveniente apoyar a los políticos que dan cierta continuidad a políticas públicas favorables aunque sean insuficientes que la las chicas Tea Party. En ese sentido, el film observa y propone una posición política… y bajo su contexto tiene razón.

El cine internacional comienza a presentar sus historias en pantalla, con paralelismos claros en situaciones con Historias Cruzadas. Para mencionar un par de ejemplos:

- The City / La Ciudad. Película independiente dirigida por David Ryker.
- Bread and Roses / Lejos de casa, de Ken Loach.

También en Latinoamérica hay películas que ya abordan la problemática de las trabajadoras del hogar, como la cinta chilena La Nana / The Maid, de Sebastián Silva.

Todo este esfuerzo, sumado al cine estadounidense liberal, es importante para México, Centroamérica y Latinoamérica. Nos pone en contacto con problemas que viven hoy nuestras poblaciones migrantes y las que atraviesan nuestro territorio. Pero también nos pone un espejo para ver lo que hacemos con nuestras propias trabajadoras del hogar, muchas de las cuales son indígenas o ya provienen de países centroamericanos.

La película de Historias Cruzadas nos ayuda a ver lo que ocurre a nuestro alrededor a pesar de la distancia entre los años que retrata y los que hoy vivimos, entre una sociedad distinta pero no tan diferente de las nuestras. El ver y luego reflexionar sobre esta cinta quizás impulse más el cambio cultural que se requiere una sociedad más inclusiva e igualitaria y menos discriminadora, para beneficio de las trabajadoras del hogar que, como hemos visto, son personas como nosotros… y estas no son virtudes menores de este film estadounidense.


Historias Cruzadas (título en México) – Criadas y Señoras (título en España) – The Help (Estados Unidos).
Director: Tate Taylor.
País: Estados Unidos.
Año: 2011.
Duración: 146 minutos.
Guíon: Tate Taylor, basado en la novela de la escritora Kathryn Stockett.
Reparto: Emma Stone, Viola Davis, Octavia Spencer, Bryce Dallas Howard, Jessica Chastain, Sissy Spacek, Allison Janney, Chris Lowell.
Disponible en DVD y BlueRay.

Material para consultar:

(1) Encuesta Nacional sobre Discriminación en México - ENADIS 2010. Resultados sobre trabajadoras domésticas.

(2) Notas sobre la evolución de la imagen de la comunidad afroamericana en el cine estadounidense (1915 - 2010).

(3) Biografía de Frederick Douglass.

(4) Para la diferencia entre lo cinematográfico y lo fílmico, ver el libro Lenguaje y Cine, de Christian Metz.